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Ciencia P2P: El desafío del siglo es responder a Fukushima

Layne Hartsell y Emanuel Pastreich

Resolver la crisis nuclear de Fukushima exigirá considerar de nuevo nuestra manera de abordar la ciencia, los medios de comunicación social y la diplomacia pública.

Hace ya más de dos años y medio que un terremoto, y el posterior tsunami, causaron graves daños en una central nuclear japonesa. El desastre de Fukushima se ha convertido en una de las amenazas más graves para la salud pública en la región Asia-Pacífico, y el peor caso de contaminación nuclear que se haya visto jamás. Hoy día la radiación sigue escapándose de la planta Fukushima Daiichi hacia las aguas subterráneas, amenazando con contaminar todo el océano Pacífico. La limpieza necesitará de un esfuerzo global sin precedentes.

Al principio, los elementos radiactivos vertidos consistían en Cesio-137 y Cesio-134 y, en menor medida, Iodo-131. De estos elementos, el más peligroso a largo plazo es sin duda el Cesio-137, ya que es altamente bioasimilable y tiene una vida media de 30 años, lo que implica que la amenaza persistirá durante varias décadas. En los últimos vertidos el nivel de Estroncio-90, un elemento radiactivo mucho más peligroso, está aumentando. El Estroncio-90 es un análogo funcional del Calcio, por lo que se absorbe y acumula fácilmente en los huesos de humanos y animales.

La Compañía Eléctrica de Tokyo (TEPCO), ha admitido recientemente, que carece de los conocimientos necesarios para controlar de manera efectiva el flujo de radiación hacia las aguas subterráneas y al mar; y ha pedido ayuda al gobierno japonés. TEPCO ha propuesto la creación de una barrera subterránea congelando el suelo de los alrededores de la planta para evitar que el vertido radiactivo siga escapando hacia el mar, un enfoque que jamás se ha intentado en un caso de fuga de radiación masiva. TEPCO también ha propuesto levantar muros adicionales, dado que el muro existente ha sido rebasado por las, aproximadamente, 400 toneladas diarias de agua que fluyen hacia la planta nuclear.

Pero aunque estas propuestas tuvieran éxito, no constituirían una solución a largo plazo.

Una nueva carrera espacial

Resolver la crisis de Fukushima Daiichi debería plantearse como un desafío similar al de poner a una persona en la Luna en la década de 1960. Un reto tecnológico tan complejo requeriría mucha atención y el gasto de cantidades enormes de recursos durante varias décadas. Pero esta vez, el esfuerzo debe ser internacional, ya que esta crisis pone en riesgo la salud de cientos de millones de personas. La solución definitiva de esta crisis merece tanta atención por parte de gobiernos e industria como la que se presta a las armas nucleares, el terrorismo, la economía o la delincuencia.

Resolver el problema de Fukushima Daiichi precisará reclutar a las mejores y más brillantes mentes que se puedan encontrar para llegar a una estrategia que se lleve a cabo durante el próximo siglo. Gente experta de todo el mundo deberán de aportar su inteligencia e ideas. Deberán provenir de diversas disciplinas como la ingeniería, la biología, la demografía, la agricultura, la filosofía, la historia, el arte, el urbanismo y algunas más. Tendrán que trabajar juntos a distintos niveles para desarrollar un plan amplio sobre cómo reconstruir las comunidades, re-alojar a las personas, controlar la fuga de radiación, eliminar de forma segura el agua y el suelo contaminados, y contener la radiación. También tendrán que encontrar la manera de desarmar completamente el reactor dañado, aunque ese desafío puede necesitar de una tecnología que no estará disponible hasta dentro de unas décadas.

Dicho plan requerirá el desarrollo de tecnologías aún no disponibles, como robots que puedan funcionar en ambientes altamente radiactivos. Este proyecto podría cautivar la imaginación de desarrolladores del mundo de la robótica y dar una aplicación civil a la tecnología militar actual. Mejorar la robótica evitaría escenas trágicas, como la de personas mayores y otros voluntarios adentrándose en los reactores, pese a los evidentes riesgos.

El desastre de Fukushima es una crisis para toda la humanidad, pero es una crisis que puede servir como una oportunidad para construir redes globales de colaboración sin precedentes. Los grupos o equipos asistidos por tecnología informática sofisticada pueden comenzar a dividir en partes manejables los inmensos problemas derivados del vertido. Después, los expertos podrán volver con las mejores recomendaciones y un plan de acción concreto. El esfuerzo puede inspirarse en el trabajo previo del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, pero debe ir mucho más allá.

En su libro Reinventing Discovery: The New Era of Networked Science (“Reinventando el descubrimiento: La nueva era de la ciencia en Red), Michael Nielsen describe los principios de la ciencia en Red, que se pueden aplicar a una escala sin precedentes. Los avances que conlleva esta aproximación también se pueden aplicar a otros proyectos a largo plazo, tales como la limpieza del vertido de petróleo de la plataforma Deepwater Horizon de BP en el Golfo de México o la respuesta global al cambio climático. La investigación colaborativa sobre Fukushima debería llevarse a cabo a escala masiva, mayor que la secuenciación del genoma humano o el mantenimiento del gran colisionador de hadrones (LHC).

Por último, en la respuesta a esta crisis existe una oportunidad de reinventar por completo el campo de la Diplomacia Pública. Ésta puede cambiar, desde el esfuerzo, un tanto débil, de los gobiernos nacionales, que sólo pretende maquillar su discurso, hacia foros serios de discusión y acción de problemáticas internacionales. Tan pronto como la Diplomacia Pública madure a través de la experiencia de Fukushima, podremos idear nuevas estrategias para unir a cientos de miles de personas en todo el mundo para dar respuesta a las amenazas comunes.

Tomando nota de la ciencia en Red, la diplomacia pública podría funcionar como una plataforma para la colaboración internacional honesta y definitiva en temas cruciales como la pobreza, las energías renovables y el control de la contaminación.

Del mismo modo, esta crisis podría servir de impulso para que las redes sociales hagan lo que se supone que deben hacer: ayudar a las personas a combinar sus conocimientos para resolver problemas comunes. Las redes sociales pueden utilizarse no como un medio de intercambio de fotografías de cafés con leche y gatos sobrealimentados, sino más bien como un medio eficaz para evaluar la veracidad de la información, fomentar el intercambio de opiniones entre expertos, llegar a consensos, y permitir que la sociedad civil participe directamente en la toma de decisiones.

Un sistema de revisión entre iguales, a través de las redes sociales, puede desempeñar un papel crucial a la hora de plantear nuevas propuestas frente a la crisis de Fukushima. Como figura destacada del movimiento P2P, Michel Bauwens, apunta en un correo electrónico: “Las redes entre iguales ya están propagando un modelo de conocimiento común y a nivel mundial, incluso en la producción de ordenadores, automóviles y maquinaria pesada.”

Puede que aquí esté la clave para resolver el problema de Fukushima: abrirlo para que pueda resolverlo el mundo entero.

Ciencia entre iguales

Hacer de Fukushima un proyecto global, que verdaderamente involucre a expertos y a millones o decenas de millones de ciudadanos corrientes, podría devolver un poco de esperanza al mundo después de dos años y medio de mentiras, medias verdades y esfuerzos conjuntos del gobierno japonés y las instituciones internacionales para eludir cualquier responsabilidad. Si los ciudadanos concienciados de todos los países estudiasen a fondo los datos y realizasen sus sugerencias por Internet, podría haber un nuevo nivel de transparencia en el proceso de toma de decisiones y una abundancia de observaciones valiosísimas.

No hay ninguna razón para que la información sobre las emisiones de radiación y el estado de los reactores no esté disponible públicamente y con suficiente detalle como para satisfacer la curiosidad de un ingeniero nuclear. Si la hoja de ruta viene del consenso de los millones de ciudadanos dedicados a tratar de resolver el problema, tendremos una fuerte alternativa al secretismo actual. ¿Cabe la posibilidad de que nuestra cooperación para resolver la crisis de Fukushima marque un antes y un después para superar las barreras que contra la inteligencia colectiva son impuestas por las fronteras nacionales, las patentes de las empresas y las preocupaciones por la propiedad intelectual?

Existe un proyecto para clasificar todas las estrellas del firmamento que ha demostrado que, si las tareas se dividen con rigor, la contribución voluntaria de individuos no acreditados puede jugar un papel fundamental en la solución de problemas técnicos. En el proyecto Galaxy Zoo, cualquier persona que lo desee puede meterse en Internet y clasificar los diferentes tipos de estrellas situadas en galaxias distantes e introducir la información en una base de datos. Todo esto forma parte de un esfuerzo monumental para ampliar nuestro conocimiento del Universo que ha tenido un éxito enorme y ha demostrado que hay partes del análisis científico que no necesitan un doctorado. En el caso de Fukushima, una persona corriente, si examina fotografías de satélite por Internet todos los días, puede ser más experta que un profesor a la hora de identificar flujos inusuales que transporten elementos radiactivos. Hay una enorme cantidad de información sobre Fukushima que necesita ser analizada y ahora la mayor parte de ella queda prácticamente sin analizar.

Para dar una respuesta eficaz a Fukushima se necesita adoptar tanto una perspectiva general como una específica. Al principio será necesario establecer las prioridades de forma cuidadosa y sofisticada. A continuación, se pueden crear grupos de convergencia que podrían responder a las crisis y desafíos con gran eficacia gracias a la computación avanzada y a un trabajo metódico de integración interdisciplinar. Estos grupos de convergencia también pueden funcionar como un puente entre expertos y colaboradores amateur, fomentando una educación continua crucial sobre la ciencia y la sociedad.

Dar respuesta a la crisis de Fukushima consiste tanto en educar a la gente común acerca de la ciencia como en reunir a expertos bien remunerados. Es inútil que los expertos planteen nuevas soluciones si no pueden aplicarlas. Sin embargo, la aplicación sólo puede lograrse si la población en su conjunto tiene una comprensión más profunda de los temas. Los esfuerzos de una ciencia inclusiva en red y a gran escala garantizarán que ningún segmento de la sociedad quede fuera.

Si los actores conocidos (ONG, gobiernos centrales, corporaciones e instituciones financieras) son incapaces de hacer frente al conjunto de crisis sin precedentes que afronta la humanidad, debemos encontrar maneras de crear redes sociales, no sólo para idear conceptos innovadores, sino también para promover y aplicar las soluciones que se deriven de ellos. Ese proceso incluye presionar a las instituciones para que actúen. Necesitamos algo realmente nuevo para orientar la ciencia y la tecnología a satisfacer las necesidades de la sociedad civil. No hay mejor lugar para empezar que Internet y no hay mejor tema que dar una solución definitiva a la catástrofe de Fukushima.

  • Agradecimientos a Manuel Troncoso Cabeza por su ayuda en esta traducción.

Guerrilla Translation/Relacionado:¿Qué es el P2P?Michel BauwensStrip Cuatro EscenariosCuatro escenarios futuros para la economía colaborativa/ Michel BauwensVivir sin crecimiento económico/ Charles Eisenstein


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“La misión de la Web 2.0 es destruir el aspecto P2P de Internet”

Marc Garrett entrevista a Dmytri Kleiner

“En los albores del nuevo milenio, los usuarios de la Red están desarrollando un modo de colaboración mucho más eficaz y ameno: el ciber-comunismo.” Richard Barbrook, “El Manifiesto CyberComunista

Dmytri Kleiner, autor del Manifiesto Telekomunista, es un desarrollador de software involucrado en proyectos que “investigan la economía política de Internet, junto al ideal de la autoorganización obrera de los medios de producción, como una forma de lucha de clases.” Nacido en la URSS, Kleiner se crió en Toronto y actualmente reside en Berlín. Es el fundador del Telekommunisten Collective (Colectivo Telekomunista), un proveedor de servicios de telefonía e Internet que también se dedica a proyectos artísticos como deadSwap (2009) y Thimbl (2010) a fin de explorar cómo las relaciones sociales están esquematizadas dentro de las tecnologías de la comunicación.

“Recientemente, recibimos una copia física del Manifiesto Telekomunista en la redacción de Furtherfield. Tras leer el manifiesto, es patente que supone un revulsivo en el debate sobre iniciativas colaborativas basadas en el procomún. Es una llamada a la acción que pone en entredicho nuestro comportamiento social y nuestra relación con la propiedad y los métodos de producción. El manifiesto propone alternativas a Creative Commons y a las manifestaciones jerárquicas del capitalismo (tanto en red como en espacios físicos) mediante una actitud Copyfarleft, así como las estrategias colectivas del Telekomunismo y su “Comunismo de Riesgo”.a Son muchos los colectivos de arte digital que intentan salvaguardar sus principios éticos en un mundo en el que es casi inevitable verse absorbido por el poder institucional. Esperamos que esta conversación ofrezca alternativas para proceder con cierta dignidad recíproca dentro de este torbellino al que llamamos vida…”

Que empiece la discusión…

Marc Garrett: ¿Por qué decidiste crear una copia en papel del Manifiesto republicada por el Institute of Networked Cultures (Instituto de Culturas en Red), de Amsterdam?

Dmytri Kleiner: Geert Lovink se puso en contacto conmigo ofreciéndose a publicarlo y acepté la oferta. Con textos largos, me parece más práctico poder leer copias físicas.

MG: ¿A quién va dirigido el Manifiesto?

DK: Me siento identificado con hackers y artistas con conciencia política, especialmente artistas cuya obra está relacionada con la tecnología y la cultura en red. Gran parte de la temática y la ideología expuesta en el Manifiesto proviene de una conversación continua con estas comunidades y el Manifiesto es una contribución más a ese diálogo.

MG: Desde la llegada de Internet, hemos vivido el auge de varias comunidades en red que han explorado una expresividad tanto individual como colectiva. Muchas coinciden en su oposición a los sistemas masivos desplegados por corporaciones como Facebook y MySpace. Evidentemente, vuestro proyecto critica toda esa hegemonía que influye en nuestro comportamiento mediante la esquematización en red, la apropiación neoliberal y un aparato de vigilancia cada vez más expandido. En el manifiesto dices “Para poder cambiar la sociedad debemos expandir activamente el alcance de nuestros bienes comunes, para que nuestras comunidades independientes, entre iguales, sean materialmente sostenibles y capaces de resistir los avances del capitalismo.” ¿Puedes dar algún ejemplo de alternativas “materialmente sostenibles”?

DK: Ahora mismo no hay ninguna. Para ser preciso, lo único que poseemos en común es la riqueza inmaterial, por lo que cualquier plusvalía derivada de estas nuevas plataformas y relaciones siempre acabará en manos de quien gestiona recursos escasos, bien porque son físicamente escasos, o porque se les ha impuesto la escasez mediante leyes que protegen patentes y marcas registradas. La sostenibilidad de las comunidades en red depende del acceso a unos bienes comunes capaces de sustentar a estas mismas comunidades. Tenemos que expandir el ámbito del procomún para incluir estos bienes.

Dmytri Kleiner en la presentación del ‘Manifiesto Telekomunista” en “Economies of the Commons 2”, noviembre de 2010, De Balie, Amsterdam.

MG: El Manifiesto reabre el debate en torno a la importancia de las clases, y dice “La condición de la clase obrera en la sociedad se ve esencialmente asociada a la falta de poder y a la pobreza; la condición de la clase obrera en Internet no dista mucho.” ¿Puedes darnos algunos ejemplos de esta clase obrera en el contexto de Internet?

DK: Mi concepto de clase obrera es muy clásico: cualquiera cuya subsistencia dependa de estar trabajando continuamente. El sistema de clase describe una serie de relaciones. El proletariado es aquella clase que carece de los medios de producción independientes necesarios para garantizar su propia subsistencia y, por tanto, necesita de un salario, de mecenazgo o de caridad para sobrevivir.

MG: Por una serie de motivos personales y sociales, me gustaría que la clase obrera no fuera exclusivamente percibida como marginada o económicamente desaventajada, sino verla también como una clase involucrada en situaciones de empoderamiento individual y colectivo.

DK: Claro, la clase obrera comprende a una gama muy amplia de personas. Lo que les une es que, por lo general, no son propietarios de bienes productivos. Como clase, no tienen capacidad de acumulación de plusvalía. Como verás, mi concepto de clase no tiene nada de novedoso.

MG: Tras las muerte de Marx, Engels le recordó a los estudiosos de éste que “Toda la historia ha de ser estudiada de nuevo”.1 Dentro de la clase obrera de la cultura contemporánea y la cultura en red ¿quiénes son los individuos o colectivos que ves con más posibilidad de escapar de su clase social?

DK: Siempre ha habido individuos capaces de superar su clase social. Muchos empresarios de la burbuja puntoCom le sacaron partido a las “ventas” multimillonarias de sus plataformas, al igual que otros individuos desprovistos de propiedad en otros ámbitos. Ahora mismo, la movilidad entre clases y a gran escala se ha vuelto mucho más improbable. Si naces pobre hoy en día, tendrás menos oportunidades de no morir siendo pobre o de evitar que tus hijos queden sumidos en la misma pobreza. Es la condición global.

No nos veo trascendiendo estas condiciones de clase hasta que haya una abolición de las clases. Aunque ahora, y a base de equivocación, se puede convencer a la gente de que el concepto de clase social ha dejado de ser aplicable. De hecho, es una táctica muy extendida entre la derecha para degradar la conciencia de clase. Aún así, las condiciones de clase son relacionales. El poder de las clases varía según la época y dependiendo de la condiciones históricas.

La condición de una clase reside en el equilibrio de su lucha contra las demás clases. Este equilibrio viene determinado por su capacidad de lucha. El procomún es uno de los componentes que afectan nuestra capacidad, especialmente al reemplazar bienes por los que, en otras circunstancias, hubiéramos tenido que comprar a dueños capitalistas. Si lograramos traspasar la producción desde bienes productivos propietarios hasta bienes comunes, habría un desplazamiento en este equilibrio de poder entre clases y, así, más que escapar de nuestra condición de clase, la transformaremos. Pero este traspaso es proporcional al valor económico de los bienes, por lo que requiere de una expansión del procomún para incluir bienes con valor económico o, lo que es lo mismo, bienes escasos capaces de producir rentas.

MG: El Manifiesto Telekomunista propone un “Comunismo de Riesgo” como nuevo modelo operativo para la producción entre iguales, alegando que “el comunismo de riesgo provee una estructura para que los productores independientes compartan un patrimonio común de activos productivos, permitiendo que las formas de producción antes asociadas exclusivamente con la creación de valor inmaterial, como el software libre, se extiendan a la esfera material”. Aparte de vuestra evidente apropiación lingüística del término “Capitalismo de Riesgo” para convertirlo en “Comunismo de Riesgo”, ¿cómo surgió la idea?

DK: Empezó con la apropiación del término.

La idea surgió de la comprensión de que todo lo que estábamos haciendo dentro de las comunidades de la cultura libre, el software libre y las redes libres, sólo era sostenible cuando servía a los intereses del capital y que, por tanto, no tenía la capacidad emancipadora que yo y otros veíamos en ellas. La financiación capitalista implica que, en el fondo, lo único que permanece libre es el capital en sí. El software libre estaba en su época de crecimiento, mientras que la cultura libre se vio sumida en una guerra en torno al derecho a compartir y reutilizar, con el resultante desplazamiento desde las redes libres hacia las plataformas centralizadas, la censura y la vigilancia. Al darme cuenta de que esto se debía a la lógica de captura de ingresos y la precondición del capital, supe que necesitábamos una alternativa y unos modos de financiación compatibles con los ideales emancipatorios que, para mí, van implícitos dentro de la comunicación libre, junto a una manera de construir infraestructuras comunicativas concebidas como libres y con la capacidad de permanecer como tal. Bauticé todo este concepto como “Comunismo de Riesgo” y me puse manos a la obra para entender cómo podría llevarse a cabo.

MG: Es un vehículo eficaz para la lucha revolucionaria de la clase obrera. También hay una propuesta para una “Comuna de Riesgo”, a modo de empresa. ¿Cómo funcionaría?

DK: La comuna de riesgo funcionaría de la misma manera que un fondo de inversión de capital de riesgo, pero financiando empresas basadas en torno al procomún. El papel de la comuna sería distribuir propiedades escasas de la misma forma que una red distribuye propiedades inmateriales. Adquiere sus fondos emitiendo titulización de créditos — por ejemplo, en forma de bonos — y adueñándose de bienes productivos para ponerlos en venta, beneficiando así a las empresas que están bajo su tutela. Los trabajadores de la empresas son también dueños de la comuna, y las rentas obtenidas se dividen equitativamente entre todos. Esto, como complemento a cualquier remuneración que puedan recibir por su trabajo dentro de las empresas.

Esto es sólo un boceto y en ningún momento digo que el modelo del comunismo de riesgo esté acabado, o que las ideas que expreso en torno a él sean definitivas. Se trata de un proyecto continuo y, en tanto que tenga un futuro, no me cabe duda de que evolucionará según se vaya topando con la realidad, por no mencionar las ideas de los demás y sus innovaciones.

Lo principal es que necesitamos un modelo como este, su implementación y los detalles que propongo son… pues eso, propuestas.

MG: Entonces, con esta combinación de software libre, licencias Copyleft y Copyfarleft y los medios de producción entre iguales, ¿habría propiedades a título del colectivo o cooperativa, igual que ocurre con las acciones de una empresa?

DK: El modelo que apoyo ahora mismo es el de comuna que agrupa muchas empresas, cada una de ellas independiente y de tal manera que la comuna sería la propietaria del 100% de las acciones de cada empresa. Los trabajadores de las empresas serían también propietarios de la comuna. La comuna tendría acciones que se distribuirán entre los propietarios y tocarían a una por cabeza.

MG: En el Manifiesto hay una sección titulada “CREATIVE ANTI-COMMONS” b en la que se habla de Creative Commons como algo contrario al procomún, vendiendo “la lógica de la privatización capitalista bajo un nombre deliberadamente engañoso”. Esto para muchos, ya sean liberales o con una mentalidad más radical, es un tema controvertido, dado que cuestiona la propia naturaleza de muchos comportamientos en red. Me siento intrigado por la elección de la palabra “privatización”. Muchos, y me incluyo a mí mismo, asumimos que describe un proceso en el que una organización sin ánimo de lucro pasa a ser un negocio privado, normalmente a instancias del gobierno y con el objetivo de añadir más ingresos a los presupuestos nacionales a través del desmantelamiento de servicios públicos generalizados. ¿Estás diciendo que Creative Commons actúa de la misma manera, pero dentro de su rol de corporación distribuida y basada en Internet?

DK: Hay partes significativas del Manifiesto que son remezclas de textos anteriores y esa frase originalmente proviene de un artículo más largo llamado “COPYRIGHT, COPYLEFTYCREATIVEANTICOMMONS,” escrito por mí y Joanne Richardson bajo el seudónimo de “Ana Nimus”.

Con esto queremos expresar que el “común de “Creative Commons” está privatizado porque el autor sigue reteniendo su copyright mientras que, en la mayoría de los casos, lo único que se ofrece a la comunidad está bajo cláusulas no comerciales. El autor original disfruta de privilegios especiales, mientras que los usuarios del procomún tienen derechos limitados, específicamente limitados y de tal manera que se elimina cualquier posibilidad de que se ganen la vida por medio de esa obra. Por tanto, estas obras no pertenecen al procomún, sino que son obras privadas. El autor original es el único con derecho a rentabilizar la obra.

Toda concepción previa de un procomún intelectual o cultural — incluyendo la cultura pre copyright y anti copyright, y los principios del movimiento del software libre — estaba basada sobre el concepto de no conceder privilegios especiales al autor original, prefiriendo insistir en el derecho de todos a utilizar y reutilizar este material en común. Las licencias no comerciales representan una privatización de la idea del procomún y la reintroducción del concepto de un artista original y único con derechos privados y exclusivos.

Es más, dado que considero toda expresión como una extensión de percepciones previas, las ideas “originales” sobre las cuales se derivan esta serie de derechos no son realmente originales, sino una apropiación ejecutada mediante los derechos auto-otorgados de los licenciadores de Creative Commons. Más allá de la mera privatización del concepto y composición del procomún moderno cultural, al determinar un autor único, Creative Commons coloniza nuestra cultura común, otorga una autoría exclusiva a un cuerpo de trabajo en crecimiento constante y, en efecto, expande el alcance de la cultura privada en detrimento de la cultura del procomún.

MG: Esto nos lleva a Thimbl, una platafroma de microblogging distribuida, de código abierto y gratuita que, según tus palabras, es “…similar a Twitter o identi.ca. Pero Thimbl es una aplicación web especializada basada en un protocolo de información de usuario llamado Finger. El protocolo Finger se desarrolló en los 70 y, como tal, es compatible con todas las plataformas de servidor actuales.” ¿Por qué creaste Thimbl y qué tipos de individuos y grupos crees que lo van a utilizar y cómo?

DK: En primer lugar, y por encima de todo, Thimbl es un concepto artístico.

Una de las corrientes base del Telekomunismo es que el capital no financia a plataformas distribuidas y libres, sino que prefiere financiar plataformas centralizadas y de propiedad privada. Thimbl es, en parte, una parodia de tecnologías supuestamente innovadoras como Twitter. Al crear una plataforma similar a Twitter pero utilizando el protocolo Finger, Thimbl demuestra que “el micro-blogging” ya era parte de la cultura en red de los 70 y que, por consiguiente, ni la inversión de capital multimillonario, ni los centros de datos centralizados masivos son realmente necesarios para ejecutar estas formas de comunicación, sino que más bien se utilizan para tener un control centralizado y obtener rentas de las propias plataformas.

MG: En InfoEnclosure-2.0 ,c un ensayo colaborativo con Brian Wyrick publicado en Mute Magazine, decís que “La misión de la Web 2.0 es destruir el aspecto P2P de Internet. Ahora tú, tu ordenador y tu conexión a Internet dependéis de un servicio centralizado que controla tu capacidad de comunicación. La Web 2.0 supone la ruina de los sistemas libres entre iguales y el regreso de los ‘servicios online’ monolíticos.”2 ¿Crees que Thimbl es un ejemplo del tipo de plataforma que nos liberará de la dominación de las corporaciones Web 2.0?

DK: Claro. Thimbl, aparte de ser una parodia, propone una visión de futuro viable, dado que extiende la utilización de las plataformas de Internet clásicas como alternativa a la implementación de plataformas “full-stack” hipercomplejas. De todas formas, explicamos por qué estas opciones se han ido dejando de lado y que “…el reto más significativo no es técnico sino político”. Nuestra subsistencia como desarrolladores de software nos obliga a trabajar para unos patrones que, la gran mayoría de las veces están financiados por el capital y, por tanto, tienen un interés primordial en el control de los datos de usuario y sus interacciones, dado que la comercialización de estos datos es un prerrequisito para recibir el capital.

Thimbl tendría que verse adoptado por una comunidad muy amplia antes de convertirse en una plataforma viable. Un colectivo pequeño como el nuestro sólo puede llevar el proyecto hasta cierto punto. Estamos encantados de ayudar a cualquiera que quiera unirse a través de nuestro servidor de Thimbl. Creo que “conoce” a la mayoría de los usuarios, dado que yo personalmente sigo a todos los usuarios existentes de Thimbl, o eso creo, y así es como puedes ver el estado de la “Thimbl-esfera” dentro de una línea temporal global.

Pero incluso si el desarrollo de una plataforma como Thimbl no es terriblemente significativo (porque hay mucho que lograr, muy rápidamente), el valor de una plataforma social se deriva del tamaño de su base de usuarios, por eso organizaciones con más alcance que Telekommunisten tendrán que adoptar la plataforma y contribuir a ella para que vaya más allá de ser un concepto gráfico y que funcione como plataforma.

Por otra parte, y como dice la propia página web, “la idea de Thimbl es más importante que el propio Thimbl”, y nos parecería genial ver la creación de otra plataforma libre y gratuita que extendiera los protocolos de Internet clásicos. Hay quien ha sugerido utilizar smtp/nntp, xmmp o incluso http/WebDav en vez de Thimbl, y cada uno de estos tiene sus ventajas e inconvenientes. Nuestro objetivo es desarrollar una plataforma abierta y libre, funcione como funcione, y Thimbl es una contribución artística técnica y conceptual en torno a este objetivo.

MG: Otro proyecto es la página de Facebook de Telekommunisten, donde ya tenéis más de 3000 fans. Es un buen ejemplo de la complejidad y las contradicciones que afectan a muchas iniciativas independientes. Tenemos la impresión de que Internet, en estos momentos, está controlado por una serie de nodos centrales; es como cuando un vecindario se ve dominado por grandes espacios comerciales, mientras que las tiendas más pequeñas e independientes se ven desplazadas. Con esto en cuenta, ¿cómo sorteas estas contradicciones?

DK: No quise utilizar Facebook ni otras plataformas similares durante mucho tiempo. Prefería utilizar el correo electrónico, Usenet y IRC, tal y como vengo haciendo desde los 90. Cuando escribí InfoEnclosure 2.0 aún no era usuario de estas plataformas. Aún así, cada vez era más evidente que la gente no sólo estaba adoptándolas, sino que prefería recibir información a través de ellas; prefiere que se le contacte por redes sociales antes que a través del correo electrónico. Compartir cosas en Facebook les interesa, mientras que recibir correos electrónicos resulta cansino para ciertas personas. Creo que esto se debe a una serie de motivos que, de por sí, son interesantes y comienzan con el hecho de que el capital ha invertido millones para mejorar la utilidad de estas plataformas, mientras que las plataformas de Internet “clásicas” se han quedado más o menos como estaban en los 90. Además, hay mucha gente utilizando las redes sociales que jamás fue partícipe del tipo de listas de correos o grupos de Usenet, etc que yo empleaba antes para compartir información.

Me di cuenta que, para alcanzar a más gente y compartir información, tendría que hacerlo a través de las tecnologías que empleaban los demás, que no son necesariamente las que yo preferiría utilizar.

Mi crítica de Facebook y de otras plataformas similares no es que no sean útiles, sino que son plataformas privadas, centralizadas y patentadas. Además, abstenerme de utilizar Facebook en nombre de mi propio ascetismo mediático no me interesa. No veo el capitalismo como una elección de consumo, estoy más interesado en la condición de las masas, que en mi propia corrección consumista. Al final está claro que criticar a plataformas como Facebook hoy en día supone una utilización de estas plataformas. Por todo esto me hice usuario y lancé la página de Telekommunisten en Facebook. No es sorprendente que haya tenido tanto éxito y que gracias a ella lleguemos a mucha más gente que a través de nuestros otros canales como páginas web, listas de correo, etc. La esperanza es que nos ayude a promover nuevos canales descentralizados, según se vayan implementando.

MG: Me he descargado deadSwap y quiero utilizarlo y explorarlo. En la página dice “Internet está muerto. Para evadir a la fanfarria del control capitalista, la comunicación entre iguales ha de abandonar Internet para asentarse en los callejones oscuros de las operaciones secretas. La cooperación entre iguales ha abandonado la Red y sólo puede sobrevivir en células clandestinas”. ¿Qué me puedes contar de este proyecto? ¿Hay gente utilizándolo ahora mismo?

DK: No tengo ni idea si hay gente utilizándolo, en estos momentos no estoy llevando ninguna red.

Al igual que Thimbl, deadSwap es un concepto artístico. Pero a diferencia de Thimbl, que tiene el potencial de convertirse en una plataforma utilizable, deadSwap es parodia pura y dura.

Se desarrolló para la conferencia Sousveillance de 2009, “El arte de la vigilancia inversa”, celebrada en la Universidad de Aarhus. deadSwap es un juego urbano distópico en el que los participantes hacen las veces de agentes secretos, comparten información en memorias USB, las esconden en localizaciones secretas o, de forma alternativa, las intercambian clandestinamente y se comunican a través de un portal anonimizador de SMS. Es una parodia de la “cúpula hacker” y su reacción al cerco de Internet: esa convicción de que las nuevas tecnologías encubiertas vencerán todo intento de censurar Internet y que, gracias a todo este aparato clandestino, siempre seremos más listos y andaremos un paso por delante de los propietarios y controladores de nuestros sistemas de comunicación. Esta actitud rechaza desde un principio cualquier análisis de clase, con una creencia inamovible en la habilidad que tenemos los hackers para superar la represión estatal y corporativa. Aunque es un concepto muy simple, deadSwap sería muy difícil de poner en práctica. El propio manual dice: “el éxito de la red depende de la competencia y diligencia de los participantes” y “convertirse en un superespía no es nada fácil.”

Sousveillance. “El arte de la vigilancia a inversa”. Universidad de Aarhus, Dinamarca, 8-9 de febrero, 2009

MG: ¿Qué otros servicios/plataformas/proyectos ofrece el Colectivo Telekommunisten a los hackers imaginativos, aventureros y con conciencia social?

DK: Ofrecemos servicios de hosting para individuos, pequeñas organizaciones y, especialmente, para artistas. Tenemos hosting para newsletters, y un servicio de llamadas a larga distancia. Nos puedes encontrar en IRC en in#telnik, dentro de freenode. Vamos a estar especialmente enfocados en Thimbl y damos la bienvenida a todo aquel que quiera participar en el proyecto. También tenemos un foro para la comunidad con el que coordinar todo esto que podéis encontrar aquí.

Quien quiera seguir mis actualizaciones personales, pero prefiere mantenerse apartado de redes sociales, casi todas mis actualizaciones también se publican aquí.

MG: Gracias por esta conversación fascinante, Dmytri.

DK: Gracias a ti, Marc. 🙂

Fin de la entrevista.

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Referencias:

1. [Marx/Engels. Archivo de Internet(marxist.org/espanol) Correspondencia Marx-Engels: Engels a Conrad Schmidt, Londres, 5 de agosto de 1890. VersiónOnline.]

2. [InfoEnclosure-2.0. Dmytri Kleiner & Brian Wyrick. Lunes, 29 de enero, 2007.]

N.de.T.

a. [Venture Communism en el original, juego de palabras (y por admisión del propio Kleiner, como explica más adelante en la entrevista) sobre Venture Capitalism o “Capital de Riesgo”]

b. [“Creative Anti-procomún” juego de palabras con el nombre de la licencia Creative Commons.]

c. [InfoCercamiento 2.0.]


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El desempleo es la cura de todos los males

FactoryPaul B. Hartzog

La primera vez que me topé con la idea de “desempleo” como un objetivo deseable fue en 1979, en la obra de Robert Anton Wilson y, en particular,  en su “Trilogía del gato de Schrodinger”.

Si la memoria no me falla, Bob mencionó la idea de otorgar un salario público a cualquiera capaz de inventar un dispositivo que hiciera su trabajo obsoleto. A primera vista, ésta parece ser una más de la larga lista de promesas incumplidas de la época de “los sueños de la automatización”, pero la idea de pagar a la gente por crear nuevas eficiencias en infraestructura se hizo hueco en mi cabeza. Así, surgió la idea de que los cambios tecnológicos producirían un desempleo estructural masivo e insostenible. Tenía 11 años de edad.

La Lógica del Ocio

En 1932, Bertrand Russell escribió “En elogio a la ociosidad”donde declara:

“La técnica moderna ha hecho posible que el ocio, dentro de ciertos límites, no sea la prerrogativa de clases privilegiadas poco numerosas, sino un derecho equitativamente repartido en toda la comunidad. (…) el camino hacia la felicidad y la prosperidad pasa por una reducción organizada de el trabajo.”

La lógica de la “producción” sigue los siguientes parámetros:

Si el mundo requiere cierta cantidad de “algo”, hay dos opciones:

        1. Cierto número de personas trabaja TODO el tiempo para producir la cantidad deseada, o
        2. Un número aún más grande de personas trabaja PARTE del tiempo para producir la cantidad deseada.

Ah, pero la lógica del “consumo” es algo distinto, y viene a decir:

        1. Necesitamos emplear a la gente constantemente.
        2. Dicho empleo produce un excedente.
        3. La gente necesita ser convencida de comprar el excedente a través de la publicidad y marketing.
        4. El excedente debe ser rápidamente convertido en desechos, para que la gente vuelva a comprar.
        5. Esto se logra negando las necesidades básicas de todos, así hay que trabajar para consumir.

La primera historia, es una receta para una civilización que invierte parte de su tiempo cumpliendo sus obligaciones con la sociedad y el resto de su tiempo en la búsqueda de placer y de otros intereses y proyectos. La segunda historia, es una receta para una civilización  llena de basura, contaminación y esclavitud colectiva.

La difusión de las tecnologías de información y la computerización masiva crea desempleo. Daniel Yankelovitch señala:

“En la economía globalizada de hoy, los empleadores pueden crecer y ser rentables al reestructurar sus operaciones para ser menos dependientes de un gran número de trabajadores a jornada completa, con beneficios completos y reclutados localmente. Pueden reducir su propia fuerza laboral sistemáticamente, empleando la fuerza laboral de otras naciones y organizando su trabajo de tal manera que gran parte del mismo sea producto de una fuerza laboral contingente. Se trata de una fuerza de laboral a la cual no hay que pagar beneficios, y a la que no hay obligación de conceder unos mínimos de seguridad laboral… [De esta forma han…] obtenido crecimiento económico empleando tan sólo una fracción del número total de personas en búsqueda de empleo. El resultado bien puede ser un desempleo elevado, como estamos viendo en Europa, o la sustitución de puestos de trabajo con salarios altos y abundantes beneficios por puestos de baja remuneración y escasos beneficios, como estamos viendo en los EE.UU.” (“A Critique of the ‘Information Society’ Concept”  Daniel Yankelovitch, de “Changing Maps: Governing in a World of Rapid Change, Steven A. Rosell, 1995)

Los indicadores de desempleo en los países atrincherados [desarrollados] han aumentado de manera constante desde 1950. Adicionalmente, la disminución de la tasa de natalidad experimentada en estos países generará un número creciente de ancianos, junto a una mermada presencia de generaciones más jóvenes dentro del mercado laboral. Incluso si las tasas de natalidad se elevaran de nuevo, esos niños no serían aptos para trabajar hasta que terminen su juventud, forzando aún más al sistema. Es imposible configurar el número total de personas que no trabajan utilizando métodos económicos tradicionales.

La Crisis de Ingresos

Al final, todo se reduce a esto: Si definimos a los “empleadores” como grandes estructuras jerárquicas sustentadas sobre la extracción de los excedentes generados por la labor de sus empleados -a quienes tan sólo retribuyen parte de los mismos y en forma de salario…- pues sí, los empleadores perciben que hay una “crisis de empleo.” Sin embargo, para las personas, un trabajo simplemente sirve de medio para obtener ingresos y, en consecuencia, la crisis no es una “crisis de empleo”, sino una “crisis de ingresos”.

Este es un punto crucial, así que lo voy a expresar de otra manera.

Una Economía del Empleo fuerza a la gente a pensar que su “crisis de ingresos” es una “crisis de empleo.” Una Economía del Desempleo no tiene tal necesidad.

Una Economía del Desempleo, parte de la premisa de que las personas rinden mejor en aquellas actividades que disfrutan intrínsecamente y por las que trabajan de forma voluntaria. Este principio de auto-selección es un ingrediente clave de las actuales economías donde se programa en código abierto, e incluso fue utilizado cuando Google permitió a sus empleados gestionar parte de su jornada laboral. La auto selección no es voluntaria; es trabajo recompensado. De lo contrario te seguirían explotando y obteniendo los beneficios de tu trabajo, sólo que de forma gratuita.

Además, llamarla una “Crisis de Empleo” implica que la solución es crear más empleo, pero llamarla una “Crisis de Ingresos” implica que la solución es crear más ingresos. Esto se puede hacer en una variedad de formas y muchas de ellas no tienen nada que ver con conseguir un trabajo.

Por ejemplo, en 1980, como parte del nacimiento del Cyberpunk, ZBS Media retransmitió un radio-drama, producido por Thomas M. Lopez y escrito por Meatball Fulton, llamado “Ruby, the Galactic Gumshoe” (Ruby, la detective galáctica). El programa incluía una conversación con un extraterrestre llamado “Monet” proveniente de una sociedad que ya había, supuestamente, resuelto estas cuestiones. Monet le dice a Ruby:

“El desempleo no es una enfermedad que necesita ser curada creando más empleo. El desempleo es la cura. Así que ideemos un sistema mejor.”

La Cultura ‘Maker’  equivale a Libertad

A medida que avanzamos, el número de personas que fabrica objetos propios y se auto-organiza en comunidades de “makers” es alentador. Sin embargo, estas actividades son parasitarias en una economía heredada que aún requiere que la gente trabaje a fin de satisfacer sus necesidades básicas y las de sus familias. En este sistema algunos se hacen ricos mientras que la gran mayoría permanece en la pobreza. La alternativa sería que todos tuvieramos  “suficiente”.

La economía P2P emergente, funciona más como la “ayuda mutua” de Kropotkin (gracias, Howard Rheingold), que el ideal de “ayúdate a ti mismo y deja que otros se ayuden a sí mismos”, surgido cuando los ciudadanos se enfrentan entre sí en una lucha por recursos y puestos de trabajo. Estos objetivos están, en realidad, subyugados a una escasez inducida para desmotivar cualquier cooperación popular con la que construir infraestructuras compartidas.

Merece la pena señalar que, en 1951, la teórica política Hannah Arendt observó que impedir a las masas poseer o poner en funcionamiento algo que resulte en producción de un “común” (algo que sólo existe horizontalmente entre individuos y grupos) es una receta para la tiranía, la opresión y, en última instancia, el fascismo. Arendt lo describió como “Los orígenes del totalitarismo”.

Por otra parte, Kropotkin había presagiado este mismo punto en su “Ayuda mutua”, observando:

“Las instituciones en las que los hombres antes encarnaban sus necesidades de apoyo mutuo, no pueden ser toleradas en un Estado bien organizado, el Estado por sí solo podría representar los lazos entre sus súbditos”.

Refiriéndose a la cuna de la democracia occidental, Arendt lo expresó mejor que nadie:

“La Polis no era Atenas, sino los Atenienses”. (La Condición Humana, 1950)

(Por ello, si vas a trabajar como empleado, siempre he mantenido que lo mejor es trabajar allá donde puedas sentir que estás ayudando a otros; por ejemplo, en una organización sin ánimo de lucro o en una universidad).

Sin ser Empleado – Mejor Sin Jefes

Light at end of tunnel

www.notanemployee.net/

De nuevo, creemos necesario recalcar la diferencia entre el empleo (es decir, el trabajo al que estamos obligados por las necesidades de supervivencia) frente a la carrera o la pasión de un individuo. En su ensayo “The Abolition of Work” (La abolición del trabajo), Bob Black define el trabajo como “La producción impuesta por medios económicos o políticos, ya sea mediante la zanahoria o el palo” (Black, 1985). En una economía en la que la información precisa es esencial, aquellas decisiones económicas basadas en la necesidad de tener un trabajo para sobrevivir, no son ni fructíferas ni deseables. La economía de la información necesita recombinación materialización e innovación, pero también necesita ofrecer un estilo de vida capaz de liberar el potencial creativo colectivo de sus miembros y permitirles cumplir con sus funciones en dicha economía. Aquí es donde entra el desempleo. La causalidad general que subyace a esta propuesta es la siguiente:

      • La informatización crea desempleo

      • El desempleo crea tiempo libre

      • El tiempo libre genera innovación

El problema del desempleo no es su incremento, sino la insostenibilidad de un sistema donde el empleo es “bueno” y el desempleo es “malo”. El fin del empleo no supone el fin de la productividad. Los seres humanos son, por naturaleza, creativos, innovadores y dados a perseguir sus metas vigorosamente. Esta es la razón por la que el primer nivel de una economía panárquica consiste en satisfacer necesidades: para brindar a individuos y grupos una base con la que tomar decisiones informadas y comunicar esas decisiones en el sistema de una manera cibernética.

La Solución Sencilla

La solución a todo esto es realmente sencilla:

Pagar a las personas para crear una infraestructura compartida.

Una infraestructura compartida co-desarrollada, co-propiedad, co-mantenida, y no sujeta a apropiación por parte de cualquiera. Es decir, su existencia como infraestructura compartida cuenta con el apoyo de aquellos mecanismos jurídicos y políticos que aseguren sus libertades básicas y de forma permanente. Es bueno para la gente, los gobiernos y las empresas porque reduce costes y distribuye las responsabilidades de mantenimiento.  Cualquier persona que contribuya a la construcción de semejante infraestructura debería ser apropiadamente recompensada por su esfuerzo, que no quepa duda de ello.

Nota del autor

Normalmente no escribo artículos tan largos pero, a modo de explicación por el título “provocador”, me gustaría aclarar unas cosas:

      1. Me sentí inspirado a escribir este artículo tras la lectura de un artículo de Douglas Rushkoff en la CNN titulado “Are jobs obsolete?” (“¿Se han quedado obsoletos los empleos?”, publicado el 7 de Septiembre, 2011)

      2. Parte del texto está basado en un texto que escribí en el 2003 llamado “The Unemployement Economy” (La economía del desempleo).

Esta traducción apareció originalmente en desempleotecnológico.com

Unity sans Convergence (Political Self-organization Models for Hyperlinked Multitudes)

15 MImage by Olmo Calvo

Madrilonia/@PinkNoiseRev

Translated by Stacco Troncoso, edited by Jane Loes Lipton –Guerrilla Translation!

Original text in Spanish

The 15-M movement seems to be at an impasse, unsure of how to make use of its multiple victories and enormous public support. To break out of this situation, numerous organizations, assemblies and collectives are repeatedly appealing to the ideal of unity (amongst the political left, the movement, the “bottom 99”) as a means of reaching the necessary levels of coordination needed for standing up to, and defeating, the government and markets. However, so far it doesn’t seem like their ideals-inspired efforts have led to any noticeable improvement in the organisational capacity of the movement. Prior to the birth of 15M, it was not uncommon to see initiatives by the political left coalescing around ideals of convergence, coordination and unity, with generally poor results. Our hypothesis is that these traditional modes of political organisation have grave shortcomings, needing urgent revision. What can we do when the old ways aren’t working anymore? Do we forfeit our experience? Go our separate ways? Surrender to the idea that revolution can only be chaotic and spontaneous? Nothing could be further from what we’re about to share here.

The fact is that since the birth of 15M, we’ve spent more than two years experimenting with radically new modes of mass organization. Crowds capable of synchronizing en masse, to attack or to defend themselves at specific moments and with blinding speed; initiatives that detach from the movement at strategic junctures to then develop on their own, opening new spaces for confrontation; mechanisms capable of mobilising huge sectors of the population when they’re most needed…new forms of mobilisation that have come to stay. We’re rehearsing the mass social self-organisation methods of the future, and we’ve managed to create a scenario for hegemony and social conflict the likes of which we’d never have imagined. An understanding of the organisational models that have led us here is paramount for forging ahead.

The reductionist focus: unity as convergence.

In our opinion, most attempts to coordinate unity amongst “the movement” (or “the left”, or “pick-your-favourite-social-subject”) stem from a terribly reductionist mindset: unity as convergence. The simplest structural example would be organizations with tree-like dynamics, where decision-making and consensus-building processes are redirected to a series of increasingly centralised nodes within the overall structure, from “collective coordinating” assemblies for citywide initiatives to state level structures that coordinate the activities of local nodes. Any time convergence is mentioned, it goes hand in hand with an appeal towards promoting narrative and discourse; for example, reaching consensus on collectively created manifestos is used as an prime example of unity. In the end, it comes down to creating space that functions as the ultimate representative for the movement. A kind of centralised brain that, ultimately, both hierarchically coordinates and makes decisions on behalf of all the other spaces. The problem is that this vision of unity though convergence, within tree-like structures, doesn’t work, at least not in the hyperconnected societies of the XXI century.

Convergence can work at a reduced scale or in simple organizational structures. However, in more complex scenarios, it generally leads to heavy, slow, expensive, and high-maintenance structures. These are usually marred by rigidly determined, inside-outside distinctions that quickly face major difficulties when needing to add new participants at moments of peak activity. And yet today, despite knowing full well the limitations of this model, we are witnessing a revival of this so-called convergence. This is especially surprising when we take into account that most of the mass-scale mobilizations we’ve seen across the world in the last few year, from Arab Spring and 15M to Occupy Gezi, hardly bear any resemblance to this type of organization. On the contrary, they’re processes of coordination and synchronization of large groups without any apparent formal organizational structure. In the best of cases, centralised structures only arise when the movements are on the wane, or losing their power of assembly. Faced with this scenario, we need new modes of unity to create unifying processes in societies where technological networks grant us an enormous capacity for large-scale social auto-organization.

Liquid, de-centralised unity: a dynamic nucleus model.

How do you organise a system comprised of millions of parts, with no hierarchical structure nor centralised controlling organ? The field of neuroscience faces a similar problem. The brain is a highly distributed and interconnected organ, capable of organizing itself to enable a great variety of complex, coordinated behaviors. Hundreds of thousands of neurons in the human brain are capable of coordinating and forming a single structure, but it’s highly unlikely for this to happen by means of converging structures. Convergence in the brain isn’t a plausible scenario, as there’s no central area to centralise the rest. Besides, it has been demonstrated that models of neuronal convergence lose most of their efficacy at large scales due to problems arising from combinatorial explosion 1. An additional, and major, problem is that convergence strategies aren’t effective at adapting to new situations that require unexpectedly different behaviours (that is to say, they’re not good at improvisation).

On the contrary, the brain lacks any sort of static, centralised structure. “Unity of mind” is constituted through instances of grand-scale synchronization, whereupon different neuronal areas act transiently in coordination 2. These instances of synchronization have a limited lifespan so the brain doesn’t get stuck in a specific sync-mode. They dissolve after a certain period of time to make way for a new mindstate characterised by the synchronization of different neuronal areas (Graph 1). This mode of synchronization is known as the “dynamic nucleus” 3 and it functions in a decidedly un-convergent manner, as not all parts of the system function simultaneously. Instead, it acts as a pole of reference where different neural areas connect and disconnect at different times. Should the opposite happen and if synchronization extends uncontrollably, trapping different neural areas in the process, it can provoke serious neuronal disorders such as epilepsy attacks.

Graph 1. Dynamic nucleus as an organizational form. Different parts of the system sync temporarily to later dissolve and make way for new configurations, with no need for all parts to be constantly synchronised.

Dynamic nucleus and poles of reference in the 15M movement.

Do revolutions work like our brains do? Or, to put it another way, do we function as a collective brain when we enter a revolutionary climate? We’re still searching for answers even as new questions arise. For now, what we do know is that the mechanisms of unity in the human brain are very similar to the processes of distributed social mobilization we are witnessing. Regarding 15M, the movement has been a succession of different “dynamic nuclei” serving as poles of references during the periodic organisation of enormous processes of synchronized coordination: the summons for the initial protest by DRY, the encampments, the PAH, the Citizen Tides, the 25-S protests, etc. 4 Some of the reference poles have been global, others more local. Some have lasted weeks, others no more than a few days. Some have disappeared to rise again later, unexpectedly, and brimming with renewed strength. What they have in common is that they’ve all been capable of organising large sectors of the population — and not always the same ones — acting with coherent unity, as a great collective mind capable of overwhelming and seriously wounding the regime’s institutions.

But there remains a general perception that this is not enough. The old political parties still occupy the institutions, blocking any possible change. This is a fact, but we don’t think that the problem rests on the limits of this model of organized distribution. Rather, we think it’s a question of not having developed adequate mechanisms to act as poles of reference in a space with dynamics as particular as those of the electoral space. We believe it’s only a matter time until society organizes to dismantle the electoral space. There are, in fact, various initiatives underway with this purpose in mind.  We predict that only those who have understood the logic of distributed, networked processes of self-organisation and participation will succeed.

We’ve spent two years organising in radically new ways, and the results have been astounding. We’ve built structures that have generated total hegemony amongst the movement and over the most crucial axes of social conflict (housing, education, healthcare, democracy, etc.) Structures endowed with the sort of on-the-ground organization capable of scuttling any attempt to hide, repress or criminalize the movement. This has just begun. The same neuronal synchronization we’ve described organises itself at different nested levels, and through increasingly influential protocols of auto-organisation built on top of previous, smaller ones. We have a model of auto-organisation that works, we only need to replicate, improve and understand it more deeply, to extend it to new levels.

We’re convinced that in the coming months and years we’ll keep on seeing vast advances in forms of networked organisation. To improve on them, it is essential to keep formulating hypotheses to create new poles of reference capable taking in and coordinating other areas of conflict. To keep listening to and analysing the process, in order to identify and interpret points of rupture. Being able to experiment and strategically connect or disconnect components from our dynamic nucleus to claim victories. To construct the sort of unity that won’t get trapped in a determined configuration, but which constantly transforms to keep moving forward. We’re at an historic juncture; we’re taking the first steps towards the construction of a collective, fluid and distributed coordinated social mind. Insisting on obsolete modes of organisation is a error. We are rehearsing the methods of massive social auto-organisation of the future, and the perspectives are more than optimistic. The dying bipartisan regime is confounded and entrenched. We only have to keep syncing.

Footnotes and references:

1. [Malsburg, C. von der. (1995). Binding in models of perception and brain function. Current Opinion in Neurobiology, 5(4).]

2. [Varela, F., & Thompson, E. (2003). Neural Synchrony and the Unity of Mind: A Neurophenomenological Perspective. In The Unity of Consciousness. Oxford University Press.]

3. [Tononi, G., & Edelman, G. M. (1998). Consciousness and Complexity. Science, 282(5395), 1846–1851. doi:10.1126/science.282.5395.1846]

4. [These are all groups and collectives enmeshed within the 15 -M network. Briefly:

To read about these, and many other, initiatives taking place in Spain right now, read our translation of Bernardo Guitérrez’s “Spain’s Micro-Utopias: The 15M Movement and its Prototypes”]

This translation has been republished on:

Seeing the Invisible: on Unicorns and the 15-M Movement

Image: Marina Gullón

Amador Fernández-Savater

Translated by Stacco Troncoso, edited by Jane Loes Lipton – Guerrilla Translation!
Original article in eldiario.es

“A Chinese prose writer has observed that the unicorn, because of its own anomaly, will pass unnoticed. Our eyes see what they are accustomed to seeing.” (Jose Luis Borges)

In Spain, May is school exam month, and the 15-M movement is no exception. The celebration of its 2nd anniversary is an auspicious occasion for a bit of media judgement: Is 15-M still alive? Have they withered or grown? And what have they achieved? Their eyes see what they’re used to seeing:  the event, not the process, identity, not metamorphosis, the spectacular, not the everyday, macro, not micro, quantity versus quality, results, rather than effects. The clinical view, the outside view, the paternal view; and the biggest problem is that we internalize these views, and conform to their standards. That’s why, the the other day, a friend protested by saying, “Screw the anniversary, we fight everyday, we could just as well celebrate on the 3rd of February or the 11th of June. If the media has pronounced us dead, fine, now we’ll be able to work in peace!”

A unicorn is not quite a horse. Likewise, neither are 15-M, the Mareas (Citizen Tides), the Plataforma Afectados por la Hipotéca or PAH (Spain’s game-changing anti-foreclosure movement) the familiar social movements, but names and masks endowing the users with a truly unprecedented process of social politicization. At once constant and in flux, a metamorphosis. The challenge isn’t in how to respond to the media’s endless lies and cilchés, but in learning to see ourselves, and tell our story differently. To learn to name, give value and communicate all that’s extraordinary about how we live, and what we do.

Miracles

The current political situation, the personal impact brought to actions, protests and organization – today´s social malaise is shared not only among friends in bars, but among strangers in the street. They are spurred into action. This isn’t mechanical, automatic, or necessary, it shouldn’t be this way. In fact, this isn’t happening in other European countries affected by the crisis/scam. More usual is the widespread sense of fear, resignation, guilt and individuation. That’s the process of neutralization achieved by spreading the official line, “we’ve lived beyond our means”: we’re sinners with no right to protest, we can only find atonement through punishment. Thus we welcome with open arms the cuts of Rajoy and Merkel (allowing them the role of the punishing father). But that narrative has failed to emerge as the new hegemony. What was once private is now common and shared. Depression is politicised. While the belief system that fueled our existence (property, success, consumption) sinks into oblivion, we strive, together, to create a new one. We set out from the spaces we inhabit to take charge of this collective situation. Accountability versus guilt (in fact, and likely thanks to this, the assumption that suicide rates are on the rise due to the crisis doesn’t quite hold up to statistical analysis).

Hippies, public workers, firemen, police, medical staff, judges, teachers, ordinary people…the participants in 15-M, PAH and the Mareas are the 99%. These struggles aren’t collectives of like kind, but rather inclusive of various elements, and all for the common good. First, they unite people of diverse ideologies around common values and concrete objectives. This effectively neutralizes the contrived clash between the “two Spains“, so useful to the powers that be. Secondly, they break the traditional split between political actors and spectators: the backbone of the education-focused Marea Verde (Green Tide) includes parents, teachers and pupils. Marea Blanca (White Tide), which protests against fiscal cuts and the privatization of Spain’s public health system, includes doctors, medical staff and users. Meanwhile, the PAH unites foreclosure victims with activists of varying backgrounds and everyday people. The list goes on. Finally, they share mutual moments of public protest (like the last 23rd of February), modes of action (assemblies, traffic stoppages, lock-downs) and a common narrative on the present situation in Spain: “We are not commodities in the hands of politicians and bankers”.

This isn’t mechanical, automatic, or necessary, it shouldn’t be this way. What’s expected is self-referencing, and material or ideological fragmentation. Struggles that go about their business, never aligning with others, lacking a common concern about our world; never coming up with viral possibilities for collective action, never going beyond the strictest of definitions for any problem. That’s what’s to be expected. Recently, a Greek activist passing through Madrid remarked that Syntagma square has always been divided amongst groups: anarchists, communists, etc. He was surprised when told that in the 15-M squares, we create an open and inclusive community where differences are both recognised and transcended.

And, isn’t the 99% vs. the 1% narrative, this resymbolization of the commons from the ground up, what may have squashed the possibility of a Spanish version of Greece´s Golden Dawn, with its scapegoats and street violence, from ever being born? The Greek activist explained that the neo-Nazi group is very much sponsored by the police. He was flabbergasted when we listed the some of the unheard-of gestures we’ve seen coming from some agents of the law: protests, criticism against politicians and higher-ups, acts of disobedience, the refusal to carry out foreclosures, etc. You find your enemy above (1%), not by your side.

What is expected, as mass media keeps reminding us, is for a “social explosion” to take place. We’re not quite sure what they mean by this, but lets hypothesise: looting and pillaging, an uncontrollable rise in delinquency and all out war. Consequently, the state’s authority as the necessary arbiter of society would once again be legitimized. It isn’t happening. On the one hand, a new network of formal and informal social solidarity has been created, dealing with material concerns such as precariousness and poverty (everything from economic solidarity networks, to networks of everyday family and friends). On the other hand, what those on high usually call the “anti-political” (I’m thinking here of PAH) can work social malaise into collectivity, creativity and dignity, reviving happiness even in the midst of desperation.

The impossible

In “The Shock Doctrine”, Naomi Klein explains how “disaster capitalism” takes advantage of social panic and depression to catalyse a leap towards the neoliberal transformation of society. In Pinochet’s Chile, in Post-Soviet Poland, in Katrina-devastated New Orleans, a melting pot of repressive and economic shocks left whole populations knocked out, wrecked social solidarity, spread paralysis, resignation and fear of others, all of which fostered dependence on a protective father figure. The main objective of the Shock Doctrine, as explained by Klein, is to sweep away autonomous narratives, and the ways and customs by which common people make sense of their world. Advantage is then taken of the ensuing confusion, to push “every man for himself” as the dominant definition of reality

The Shock Doctrine hasn’t quite triumphed in Spain as it should. We can see it in the inherent irritation evident in neoliberal economists’ analysis of Spanish society and the crisis. Their problem with us is our persistent refusal to see ourselves as isolated atoms, with neither collective rights nor close ties among people or places, motivated only by notions of success and individual self-realization (using terms like “normative rigidity”, “insufficient geographical mobility”, “limited entrepreneurial spirit”, “parental financial cushion”, etc.)

There’s no shock because there’s politics. According to French philosopher Jacques Rancière, politics makes three moves. First, it interrupts what’s perceived as inevitable (this-is-the-way-things-are, it’s-the-economic-crisis, there’s-no-money, we’ve-lived-beyond-our-means…). Second, it creates an alternate map of what’s possible: things we can possibly feel, do or think. For example, taking notice of a foreclosure and forced eviction where, otherwise, we wouldn’t have seen anything but the “routine execution due to lack of mortgage payment”. Being able to feel that foreclosures are intolerable, incorrect, unnecessary and not inevitable, and they concern us all. Goading us to band together and stop them. Third, it invents new political subjects: redefining who is able to see, feel, do or think. Politics is not the expression of those subjected to earlier or preconstituted constructs (whether ideological or sociological), but the creation of subjective spaces where none existed before, where the supposedly “incapable and ignorant” speak up and take action, turning from victims to actors.

Politics allows us to map a new set of connections. The fact that there are many groups doing many things in Spain isn’t as profoundly relevant as the fact that a climate of politicization that transcends social divisions has been created. At once it is a highly charged, conductive space where words, actions and affections circulate; an ecosystem that’s more than the sum of its parts; a field of forces and resonances; and a common sense-building tale of what’s going on (with us). The air is charged with electricity.

We can only see what we’ve been habituated to see. The normal, never the impossible. But, since the 15th of May of 2011, we’ve been living the impossible. Contemptuous of all probability, inevitability, destiny. Therefore we need a “belief in the impossible”. A school of thought to break us of seeing what’s habitual to our eyes, so we can see (and value) what’s happening and what should not be happening, what isn’t happening and (by logic) should be happening. A de-naturalizing school of thought, the ability to see creation where before there was repetition, action rather than social or causal determinism. To feel the power of our actions, to make it persist and grow in unpredictable ways.

Net Parties: Who they are and how they’re different

Pirate PartyImage by Joachim S. Müller

Bernardo Gutiérrez

Translated by Stacco Troncoso, edited by Jane Loes Lipton – Guerrilla Translation!
Original article from eldiario.es

The emergence of Partido X (Spain), Partido de la Red (Argentina), Red Sustentável (Brasil) and Wikipartido (Mexico) suggests a new era in politics. Net (Internet) parties incorporate the open, horizontal and leaderless processes associated with free software and social movements such as 15M.

“The party is a platform, not an ideological stance”,  “The party is a tool used to convert the “one for many” structure, into a “many for many” conversation.”  “The party should be both a movement and a platform”, “The party aims to develop a method, not an ideology”. These aren’t mere political slogans. These are statements which define, respectively, the essence of the Wikipartido (Mexico), Partido de la Red (Argentina), Rede Sustentabilidade (Brasil) and Partido X (Spain). All four first appeared in recent months. And together they seem to pose a question to representative democracy: If the Net is changing every aspect of society, how is it that democracy remains based on 19th Century form and technology?

These four parties didn’t come out of nowhere.  In fact, they evolved from other parties, such as the Spanish Wikipartido, Sweden´s Demoex, Equo, the Pirate Party, Lista Partecipata from Italy or the Partido de InterNet. These parties, despite their differences. already shared some points in common. A big one: technology isn’t just a set of tools for spreading ideas. Technology is the new process that changes the way we work, make decisions, and communicate. For example, Equo open-sourced their program for the Spanish General Elections of November 20, 2011. Meanwhile, The Pirate Party uses a participatory, interactive program called Liquid Feedback, where each voter can cast their vote through a web of trust. Special mention goes to the Spanish Wikipartido, which, long before the birth of the 15M movement, was experimenting with building collective proposals. Using the motto “Collective Intelligence: Better Decisions”, Wikipartido proudly states in their wiki platform that “every citizen has the right to propose legislature”.

Differences

What do Net parties bring to the political scene, and what differentiates those described above? First of all, unlike Equo for example, they aren’t led by familiar faces. The Wikipartido in México clearly states that ”Any attempt to generate a new political option will undoubtedly fail if built around a personality”. Partido X goes even further. It defies persistent political self-promotion by continuing (despite criticism) to protect its members identities. The Argentinian Partido de la Red explicitly criticises thepersonalismo”  (self-promotion) of current politics in their highly recommended Web Manifesto, which states that: “#StuckDemocracy is a bargain-basement supermarket forcing the debate and election of prominent figures, as opposed to ideas”. One notable exception would be the Brazilian Rede Sustentabilidades, centered on the charisma of the popular Marina Silva, a fact which could be explained by the anthropology of the country´s affections.

Regardless, the biggest difference between the new Net parties and the old is something else: their open program. Both the Pirate Party and Partido de Internet have very specific objectives regarding Internet freedom, free licenses and participatory democracy. And Equo doesn’t try to hide its green face. The Candidatura d´Unitat Popular (CUP)  – a Net-born Catalonian Party – defines itself as “Anticapitalist, Separatist Left”. Despite this, Net parties are, above all, open processes. They are also, by choice, unfinished mechanisms. The aim is to create platforms, protocols and tools that can employed by others. Anyone can use the mechanism, regardless of the content created with it.

The Partido de Red defines itself as “a #HumanWeb without a center, sharing knowledge, experiences and wisdom”. The Wikipartido of Mexico, in the word of its founder. Alfonso Tamés, “wants to work just like Wikipedia”. And Partido X, rather than develop a full program, insists on the construction of a basic infrastructure of platforms and tools to activate the collective intelligence. Their democracy, full stop – the only item in their program – is precisely that, a process. Social software, a space for dialogue. The party-as-software equation is one of the defining features of the new bottom-up dynamic being fostered by the Argentinian Partido de la Red: “#PartidodelaRed” uses software for the construction of collective thought and the promotion of new interactions between citizens and policy”.

Another common thread is the perceived lack of ideology of the new Net parties. Traditionally, being “neither left nor right” was taken to mean being a centrist. Or anarchist, ultra right wing or apolitical. Within the new logic of the Internet, it can mean something quite different. In complex networked systems, 2 +2, as the theorist Kevin Kelly likes to remind us, almost never equals 4. Asking an old question to try and explain something new just won’t work. For example, do transparency, participation and network horizontality have more to do with the political left than the right? Santiago Siri, expert on social networks and member of Partido de la Red, drops a few clues in a recent essay: “Never before have we been the objects of one another´s attention as much as we are now, in our routine online experience (…) and that is neither good nor bad, it’s simply new”.

What about  traditional parties, aren’t they trying to incorporate Net dynamics, open processes and interactivity? Antonio Guitíérrez Rubi, in his essay The Political Party as a Social Co-Working Space complains that “the day-to-day workings of political parties are becoming less and less attractive, stimulating and creative for many citizens”. Additionally, Joan Subirats, director of the Institute of Government and Public Policy (Instituto de Gobierno y Políticas Públicas or “IGOP” in Spanish) states that certain parties, such as UPyD or Ciutadans de Catalunya, “are trying to play at  New Politics”. They claim to be neither left- nor right-leaning. Instead, their operations and ideologies contradict much of the essence of what would be considered a Net party.

In fact, traditional parties aren’t even seeing themselves reflected in the mirror of the web. They don’t understand non-hierarchical leadership. The meritocracies that emerge in free-software and networked systems are unknown to them.. One sentence from the Web Manifesto sums up the abyss separating traditional political parties from the Internet’s aggregate logic: “#Pairs are plural: not governed by adversarial logic, they seek synthesis, rather than displace the other”.

It´s possible that Net parties may never govern a country. But it’s also very possible that, before long, they may change the rules of the political game forever.

This translation has been republished on:
The P2P-Foundation Blog
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