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Cooperativismo abierto para la era P2P
Hoy presentamos un breve texto originalmente publicado en la web de la P2P Foundation por Michel Bauwens (fundador de la Foundation for P2P Alternatives (P2P Foundation), presagiando la visión de un nuevo tipo de cooperativismo acorde con la filosofía P2P. Dado que es el planteamiento con el que estamos forjando nuestra propia estructura cooperativista en Guerrilla Translation, son unas nociones muy especiales para nosotros.
Es cierto que las cooperativas son más democráticas que sus equivalentes capitalistas, basados en la dependencia salarial y la jerarquía interna. Pero las cooperativas que trabajan dentro del mercado capitalista tienden gradualmente hacia una mentalidad competitiva, e incluso si no es así, trabajan para el beneficio de sus propios miembros y no para el bien común.”
El movimiento cooperativo y las empresas cooperativas están en pleno resurgimiento aunque algunos de sus representantes más arraigados estén en declive. Este resurgimiento es propio de los vaivenes del cooperativismo, estrechamente relacionados con los propios vaivenes de la economía capitalista predominante. Tras la crisis sistémica del 2008, hay mucha gente buscando alternativas.
Aun así, no podemos limitarnos a observar los modelos antiguos y recrearlos. Hemos de tener en cuenta las nuevas posibilidades y necesidades de nuestra época, especialmente en relación a las ventajas que aportan las redes digitales.
A continuación, enumeraré varias ideas desde una perspectiva P2P, o entre pares, tal y como las estamos desarrollando en el contexto de la Peer to Peer Foundation.
Empecemos con una crítica de los modelos cooperativos tradicionales:
Es cierto que las cooperativas son más democráticas que sus equivalentes capitalistas, basados en la dependencia salarial y la jerarquía interna. Pero las cooperativas que trabajan dentro del mercado capitalista tienden gradualmente hacia una mentalidad competitiva, y aunque no sea así, trabajan para el beneficio de sus propios miembros y no para el bien común.
En segundo lugar, la gran mayoría de las cooperativas no crean, protegen, ni producen bienes para el procomún. Al igual que sus equivalentes con ánimo de lucro, normalmente trabajan con patentes y copyrights , favoreciendo así el cerco al procomún.
En tercer lugar, algunas cooperativas tienden a encerrarse en sí mismas en torno a su pertenencia nacional o local. Con ello, dejan el campo global libre a las grandes multinacionales con ánimo de lucro.
Tenemos que cambiar estas características, y podemos cambiarlas hoy mismo.
Estas son nuestras propuestas:
1. A diferencia de las empresas con ánimo de lucro, las nuevas cooperativas han de trabajar para el bien común, un requisito que debería figurar en sus propios estatutos y documentos de gobernanza. Esto conlleva que las cooperativas no pueden tener ánimo de lucro, que tienen que trabajar por el bien social y que todo lo anterior debería reflejarse en sus estatutos. Las cooperativas de solidaridad que ya funcionan en regiones como el norte de Italia y Quebec son un paso importante en la buena dirección. El modelo de mercado capitalista actual ignora las externalidades sociales y medioambientales, pasando la responsabilidad de regularizarlas al Estado. En el nuevo modelo de mercado cooperativo, las externalidades están estatutariamente integradas y son legalmente obligatorias.
2. A diferencia de las cooperativas cuyos miembros son las únicas partes interesadas, las nuevas cooperativas abrirán su gestión a múltiples grupos de interés. Esto supone que la condición de “miembro” ha de extenderse a otros tipos de membresía o que se necesitan alternativas al modelo de membresía tradicional, como el nuevo modelo de Fairshares.
3. La innovación más importante dentro del contexto actual es la siguiente: las cooperativas deben (co-)producir bienes para el procomún y estos bienes han de ser de dos tipos:
a. El primer tipo son bienes inmateriales. Es decir, bienes que utilizan licencias abiertas y compartibles, extendiendo así el proceso de innovación cooperativa a toda una comunidad global dispuesta a enriquecerlo mediante sus contribuciones. En la P2P Foundation hemos introducido el concepto de “licencias de reciprocidad basadas en el procomún”. Estas licencias están diseñadas para crear coaliciones de empresas éticas y cooperativas alrededor del procomún que co-producen. Los aspectos clave de estas licencias son: 1) Este procomún permite el uso no comercial 2) Este procomún permite el uso por parte de instituciones orientadas hacia el bien común 3) Este procomún permite el uso por parte de empresas con ánimo de lucro que contribuyen al procomún. La excepción radica en que aquellas empresas con ánimo de lucro que no contribuyen al procomún tendrían que pagar por el uso de la licencia. No se trata de una estrategia para generar ingresos, sino de una manera de introducir la noción de reciprocidad en la economía de mercado. Es decir, su objetivo es el de crear una economía ética, una dinámica de mercado no capitalista.
b. El segundo tipo es la creación de un procomún material. Aquí nos planteamos establecer sistemas de financiación orientados al procomún para, por ejemplo, fabricar maquinaria. Inspirándonos en las propuestas de Dmytri Kleiner, las cooperativas podrían emitir bonos mediante la contribución de todos los miembros de todas las cooperativas que forman parte del sistema, creando así un fondo comunal para la producción. La cooperativa que pide los fondos obtendría la maquinaria sin condiciones, pero los propietarios serían todos los cooperativistas que, con el paso del tiempo, obtendrían una renta básica derivada de los intereses obtenidos a través del fondo.
4. Finalmente, debemos abordar la cuestión del poder político y social a nivel global. Siguiendo la estela de la transnacional Sociedad Cooperativa de las Indias Electrónicas, proponemos la creación de filés globales. Una filé es un ecosistema global de empresas para facilitar la sostenibilidad del procomún y de la comunidad que contribuye a él. Funcionaría de la siguiente manera: imaginemos una comunidad global de diseño abierto que produce planos de maquinaria agrícola abierta (o cualquier otro producto o servicio imaginable). Esta maquinaria se fabricaría y se produciría mediante un sistema de micro-fábricas abiertas, distribuidas y situadas cerca de los lugares donde se utilizará la maquinaria. Pero estas micro-cooperativas no funcionarían de manera aislada, relacionándose solo a través de una comunidad global de diseño abierto “orientada hacia lo inmaterial”. Por el contrario, estarían todas conectadas entre sí como partes de una cooperativa global que abarcaría a toda la red de micro-fábricas. Estas filés, interconectadas y globales, serían el germen de una nueva modalidad de poder político social y global representativo de la economía ética. Las coaliciones empresariales éticas y las filés podrían volcarse en la coordinación post-mercantilista de la producción física, adoptando gradualmente prácticas de contabilidad y cadenas de producción abiertas.
En resumen, aunque las cooperativas tradicionales han jugado un papel importante y progresista dentro de la historia de la humanidad, tenemos que actualizar su formato para adaptarlo a la era de las redes mediante la introducción de una orientación P2P y del procomún.
Nuestras recomendaciones para la nueva era de cooperativismo abierto son:
1. Estas cooperativas han de estar estatutariamente (internamente) orientadas al bien común.
2. Estas cooperativas precisan modelos de gobierno que incluyan a todas las partes interesadas.
3. Estas cooperativas necesitan acometer activamente la co-producción de bienes materiales e inmateriales para el procomún.
4. Estas cooperativas han de organizarse social y políticamente de forma global, incluso en el caso de que su producción sea local.
Artículo traducido por Stacco Troncoso y editado por María Rodríguez – Guerrilla Translation!
Imagen “Ayrshire Autumn”de Graeme Law.
FLOK Society: Visión de una economía post-capitalista
David Bollier & Michel Bauwens
- Traducido por Stacco Troncoso, editado por María Rodríguez – Guerrilla Translation!
- Imagen de Steve Snodgrass
- Artículo original, publicado en Bollier.org
El fundador de la Fundación P2P, Michel Bauwens, ha grabado cuatro vídeos cortos en los que explica el pionero proyecto de investigación “FLOK Society“, desarrollado en Ecuador. FLOK significa “Free, Libre, Open Knowledge” (Conocimiento Libre y Abierto) y FLOK Society es un proyecto financiado por el gobierno de Ecuador para conceptualizar una transición estratégica del país hacia una economía post-capitalista funcional basada en el conocimiento. Como director de investigación del proyecto, Michel está investigando junto a su equipo, los retos prácticos de convertir la producción entre pares orientada al procomún en una realidad factible y generalizada en el contexto de la política y la legislación nacional.
Los cuatro vídeos –con una duración de entre cuatro y seis minutos cada uno– son un modelo de concisión. A continuación, resumiré el contenido de cada uno lo que espero os anime a verlos todos (podéis acceder a ellos a través de los enlaces insertados en los títulos).
Primera parte: FLOK Society
Bauwens destaca la importancia de que esta sea “la primera vez en la historia de la humanidad en la que un estado-nación solicita una propuesta de transición hacia una economía P2P”. Nos anima a ser conscientes de que “por cada actividad humana, existe un procomún de conocimiento que puede ser accesible a cada ciudadano, empresa, y funcionario público”. Este sistema de información abierta y compartible tiene poco que ver con el paradigma del conocimiento privativo, sólo accesible para quien se pueda permitir pagar el precio de la información registrada y patentada. El nuevo sistema podría adaptarse a la educación, a la ciencia, a la investigación médica y al entorno cívico, entre otros ámbitos.
El proyecto FLOK Society trabaja activamente en la búsqueda de lo que denomina “mecanismos de alimentación” que facilitan y empoderan la producción entre pares orientada al procomún. En lo que a educación abierta se refiere, los libros de texto y los recursos educativos abiertos ayudarían a las personas a introducirse en este sistema alternativo. Aun así, existen una serie de condicionantes materiales e inmateriales a tener en cuenta.
El hardware propietario es un ejemplo de condicionante material. Si los sistemas propietarios existentes fueran reemplazados por sistemas abiertos, cada usuario se gastaría una octava parte de lo que paga de media hoy en día. Dicho de otro modo, la cantidad de estudiantes que hoy pueden participar en la creación y divulgación de conocimiento, sería ocho veces mayor, explica Bauwens, algo que, ya de por sí, aportaría tremendos beneficios. En cuanto a los “condicionantes inmateriales” estaríamos hablando de la necesidad de innovaciones como la “certificación abierta” para reconocer las habilidades de aquellos que se forman en la periferia de las instituciones educativas tradicionales, como es el caso de las comunidades de hackers.
Segunda parte: Conocimiento tradicional
La protección de los beneficios que surgen de un conocimiento compartido suscita una serie de retos específicos para las sociedades tradicionales. Estas comunidades han compartido su conocimiento internamente durante generaciones pero, en las últimas décadas, las corporaciones multinacionales se han apropiado de este conocimiento, evadiendo cualquier tipo de compensación, para producir semillas patentadas y otros productos propietarios. No es de extrañar pues que las comunidades tradicionales e indígenas se muestren escépticas ante la idea de una “economía colaborativa”. La llevan practicando desde tiempos inmemoriales y su puesta en práctica presenta tremendas vulnerabilidades ante los fraudes de los agentes del mercado (“bio -piratería”).
Como solución, Bauwens propone que las comunidades adopten “licencias basadas en la reciprocidad” para crear “entidades de mercado éticas” dedicadas al bienestar de la propia comunidad y bajo sus propias condiciones. “La licencia de producción entre pares”, dice Bauwens “es un tipo de licencia que sólo permite a cooperativas, entidades sin ánimo de lucro, y agentes relacionados con el procomún, el acceso y la utilización del material licenciado”. Estas licencias prohibirían la capitalización del procomún por parte de entidades comerciales sin una reciprocidad explícita.
Tercera parte: Sistemas de creación de valor
Bauwens describe distintos tipos de “sistemas de creación de valor” para producir y distribuir riqueza. El modelo dominante de nuestra época es el que Bauwens llama el “capitalismo cognitivo”, en el que se obtienen plusvalías de una propiedad intelectual controlada por grandes empresas que venden sus productos con grandes márgenes de beneficio. Sólo una quinta parte de la capitalización de las grandes empresas consiste en valores materiales identificables, el resto son valores especulativos. Esto significa que hay una gran cantidad de “valor ausente” o de dimensión intangible. Y gran parte de él, explica Bauwens, procede claramente de la cooperación social que implica la creación de valor.
El “capitalismo netárquico” es otro de los sistemas de creación de valor descritos por Bauwens; se trata de la jerarquía de las redes abiertas utilizadas por capitalistas. Facebook es el principal ejemplo. Su enorme valor en bolsa proviene de una comunidad de usuarios cuya auto-organización y afán de compartir crea un “capital de atención” que Facebook después vende al sector publicitario. “Vemos un crecimiento exponencial del valor de uso generado por los propios usuarios”, dice Bauwens, “pero su monetización es dominio exclusivo de grandes plataformas privadas, como Facebook”.
Esto, a fin de cuentas, supone otra vía de explotación del procomún. Tengamos en cuenta que el crowdsourcing tiene un valor estimado de dos dólares por hora trabajada, muy por debajo del salario mínimo de un empleo convencional. “La gente tiene plena libertad para contribuir”, dice Bauwens, “pero los medios de monetización no están democratizados”.
Deberíamos, pues, empezar a construir una alternativa caracterizada por “una economía cívica P2P en la que el valor retorna a los creadores del mismo”. Tenemos que desarrollar nuevos tipos de entidades éticas de mercado capaces de producir una “acumulación cooperativa” en lugar de una “acumulación de capital”.
Cuarta parte: Sistemas tecnológicos
Previsiblemente, las redes P2P seguirán expandiéndose en el futuro. Aun así, surgen dudas en torno a la cuestión de si podrán las redes del procomún disfrutar de los beneficios de su propio trabajo, debido a que el propio diseño de la tecnología puede afectar al beneficiario.
Bauwens expone un esquema con cuatro cuadrantes. El cuadrante del “capitalismo netárquico” muestra un control centralizado sobre la arquitectura del sistema y la privatización tanto de la información personal del usuario, como de todas las ganancias derivadas. “Este sistema de creación de valor está inscrito en el propio diseño de su tecnología”, apunta Bauwens.
Otro cuadrante describe “un diseño anarco-capitalista” –capitalista pero distribuido, no centralizado. Sin embargo, dado que aún existe una escasez artificial a la hora de acceder a los recursos (como sería el caso de Bitcoin) se siguen imponiendo límites artificiales sobre aquellos que pueden beneficiarse. Si no tienes dinero, no puedes participar ni obtener un beneficio.
“Local y distribuido” es otro de los sistemas tecnológicos, en cuyo caso los beneficios se comparten entre todos. Algunos ejemplos serían el compartir bicicletas, coches, y conocimiento de manera abierta. Este es el valor del sistema ejemplificado en los movimientos de resiliencia local y las comunidades en transición o Transition Towns.
Este último sistema indudablemente supone una mejora sobre las modalidades cognitivas y netárquicas del capitalismo, pero se ve limitado por su carácter exclusivamente local. No conecta con la dimensión global.
Para Bauwens, el cuadrante que mejor describe un escenario futuro deseable es aquel que combina la producción local con un procomún global para el beneficio de todos. La idea consiste en que lo pesado (la producción física) debería ser local, mientras que lo ligero (el diseño, el conocimiento) debería ser global. FarmHack, Open Source Ecology y otros sistemas de diseño distribuido para maquinaria agrícola o “hardware abierto” son buenos ejemplos.
Las características intrínsecas a este sistema de creación de valor favorecerían redes distribuidas de micro fábricas, en las que se podrían descargar diseños y planos de productos para su fabricación por, aproximadamente, una octava parte del coste de los productos patentados convencionales. Esta infraestructura favorecería, por ejemplo, la producción local de productos tecnológicos adecuados a granjas familiares o indígenas. Evidentemente, se trata de un diseño de sistema tecnológico muy distinto al control centralizado y a la inversión en patentes que corporaciones como Monsanto y Del Monte pretenden imponer a comunidades en todo el mundo.
Conclusión
No cabe duda de que hacer de esta visión una realidad demandará un gran esfuerzo a la hora de elaborar estrategias realistas y establecer las estructuras políticas y sociales para llevarlas a cabo. Pero, al desarrollar una visión coherente y detallada que aglutina tendencias existentes con anhelos populares, FLOK Society realiza una contribución inestimable a la visión del procomún y la producción entre pares.
Guerrilla Translation/Relacionado:
Hacia un procomún material/ Michel Bauwens Dmytri Kleiner John Restakis
¿Qué es el procomún?/ Helene Finidori Gemeingüeter Germany:
Cuatro escenarios futuros para la economía colaborativa/ Michel Bauwens
The Madrid P2P Commune
Here’s our translation of Bernardo Gutiérrez’s love letter to his home city, a place that’s still surprisingly alive and vibrant in the midst of the austerity meltdown affecting southern Europe.
Amidst the nebulous boomerang of history, the 20s live on as a red postcard of a burlesque cabaret in Dadaist Berlin. The 40s bring back an echo of immigrant tango dancers in the suburbs of Buenos Aires. The 80s’ vinyl soundtrack is filled with screaming punks from #post-industrial London. And the 2010s will be remembered for its occupied squares, vibrant streets and political-cultural creativity. It will be symbolised by Madrid. In a few years’ time, some will recall the tumultuous political situation, the police brutality or the unemployment, but the image that will go down in history is a vigorous, intensely social city with an open, cross-cutting, oblique, politicized public space connected to the world. The 2010s will be synonymous with a city that was self-governed by its citizens, driven by a gust of social innovation and unparalleled dynamism. The postcard, scattered with raised hands, will read: La Comuna de Madrid.
Madrid’s Commune—more spread out, diverse and cosmopolitan than the Paris Commune of 1871—will be remembered as the birthplace of communication-action, action-thought, thought-prototype. Madrid as effervescence in the streets and on the web. Madrid as a territorial collective imagination and breeding ground for techno-political projects, processes and actions. Madrid as a glocal people’s lab that looks to the world while including it at the same time. But it’s not all assemblies, actions and protests at the Madrid Commune. This city, whose network weaves across the whole of Spain, is also hatching a body of theory around these new practices. A bastard, remixed, promiscuous theory. A practice theory. “The commons has become an area of exchange, where the traditional commons meet free culture,” says researcher Adolfo Estalella, contextualizing his text in Madrid. And herein lies a little secret.
Since the late 90s, the Madrid free culture movement has become intertwined with social movements at squat centres such as El Laboratorio. While Berlin squatters remain rooted in punk aesthetics and conventional anti-fascism, the thirty-odd squat social centres in Madrid (Centros Sociales Ocupados) are creating a new horizontal, aggregate, online world. A new world imbued with hacker ethics that distorts the frontiers between off- and on-line, blurring the borders between countries and nation states.
These social centres are different. They are extensions of the occupied squares of spring 2011. Centres that merge the notions of inside and outside. Centres whose actions reach every urban space. Sure, Madrid had never had so many squat social centres, but the quantity isn’t what makes this new era in the city unique. What does La Comuna de Madrid taste like? What does it sound like? What does it smell like?

Image: illustration by @Ciudad_basura y @maralpel for the #OPENmadrid seminar by ThinkCities.org
On the one hand, some of these venues transcend the definition of a squat social centre. They are more than that. They’re something different. The most paradigmatic example is La Tabacalera, an old factory handed over by the government to social movements in the multicultural neighbourhood of Lavapiés. La Tabacalera, which defines itself as a self-managed social centre, is a space that would fit into the partner state theory developed by Michel Bauwens, founder of the P2P Foundation. The Esta es una plaza [This is a square] process, a self-managed park supported by a collective blog, has also had the consent of public authorities for many years. The partner state puts the governance of its spaces at society’s disposal. A networked, peer-to-peer, person-to-person society that self-organizes outside official institutions, but without rejecting them. This is what is happening at the Madrid Commune.
On the other hand, the spirit of the 15-M movement is creating a new kaleidoscope that is erasing the conventional squat from our collective imagination. From Patio Maravillas to La Morada in the neighbourhood of Chamberí, or the socio-cultural, liberated, self-governed centre El Eko in the area of Carabanchel, Madrid’s new social spaces are aggregate, diverse, plural, hybrid. And they don’t revolve around the old epicentre of “anti-system” antagonism. They are inventing and prototyping new worlds without having to frontally destroy today’s world. They build things, connections, processes, without antagonism. And the participation is much more intergenerational than it used to be some years ago. Madrid’s so-called Yayoflautas—the elderly of the 15-M movement—rehearse theatre plays at La Tabacalera, for example. The relation to technology has become far more intense as well.
In all these spaces, we see glimpses of the new world written in jargon and acronyms. An interesting text by Vivero de Iniciativas Ciudadanas [Breeding Ground for Citizens’ Initiatives] in Madrid uses terms like DIY (Do it Yourself), CO-, #, WIKI, MIDDLE-OUT, PRO-, P2P, DIWO (Do it with Others), SLOW-, CROWD-, DIT, @, OPEN, NET- or BOTTOM-UP to describe the new realm that is emerging in the city. Jargon and acronyms are commonly used in digital culture in an attempt to define horizontal, cross-cutting, networked, collaborative practices. So, what does the Madrid (P2P) Commune taste, sound and smell like?
An imperfect definition of a P2P (peer-to-peer) city would go something like this: a city whose nodes (streets, squares, parks) can be interconnected without passing through the centre. Person2Person. Square2Square. Park2Park. At the Madrid P2P Commune, the nodes/neighbourhoods have been reconnected using a logic distinct from that of city centre vs. outskirts. One of the great innovations of the Madrid P2P Commune lies in its open-air spaces. The 15-M movement’s early TomaLosBarrios initiative, which moved the Puerta del Sol encampment to neighbourhood assemblies, strengthened the already existing Comuna.
Ever since the late 90s, the skin-shedding has been gradual. All the 15-M movement has done is multiply and speed up the process. The Madrid P2P Commune began to take shape with the urban recycling/redefining of Basurama, ZooHaus, Left Hand Rotation or Boa Mistura. And with Zuloarks’s free license, low cost, temporary process-furniture such as the superbench or #Savethedinosaur. And with urban interventions by Todo por la Praxis, with their guide to Self-governed Urban Voids and their physical hacks such as the Guerrilla Bank. And with neighbourhood fabric regenerations by Paisaje Transversal. And with post-it galleries on walls and bus stops by La Galería de Magdalena.
The 15-M movement—the unavoidably common screensaver—invigorates the squares with political thought and action. A hundred political assemblies are held at Madrid’s P2P Commune today. The street, according to Adolfo Estalella, is not just the place where politics is exercised but also the political method itself. Henry Lefebvre’s “right to the city” is reborn day after day in Madrid, constantly mutating and recycling itself in the streets and online.
The above mentioned project Esta es una plaza paved the way to the hybrid city (digital networks + physical spaces). The Twittómetro, which took Acampada Sol assemblies from Puerta del Sol to the Internet, or the real time map of #Voces25S, created that digitalogical, physital, cybrid watercolour painting. Madrid’s P2P Commune is a city made of atoms and bytes, both virtual and analogical. Madrhybrid, as in a profusion of citizens’ streamings on PeopleWitness (a project born in Barcelona), or people wandering the city streets as they communicate with WhatsApp groups in real time, or a ThinkCommons.org session, where a virtual gathering of people from around the world is screened at a physical location.
The living city dreamt up by American Jane Jacobs, an icon of the humanization of urban planning, inhabits the hybrid P2P Commune of Madrid or the hashtag-action #BarriosDespiertos [awoken neighbourhoods], or initiatives such as El paseo de Jane [Jane’s walk], an urban walk-movement aimed at weaving together human networks in neighbourhoods. Madrid’s P2P Commune is a lively, bastard, interracial, profound, poetic, sexy postcard. University professors occupy the public space with 500 classrooms in just one day, including streaming and online coverage. And strangers meet in parks, squares or blogs at Desayunos ciudadanos [the people’s breakfasts].
So, what does Madrid’s P2P Commune taste-sound-smell like? Like the social life at El Campo de Cebada, recently granted the Golden Nica award by Ars Electrónica in the ‘digital communities’ category, El Campo de Cebada is an outdoor space, transversely and horizontally governed by its neighbours, where permaculture, beta architecture and free culture blend with an inspiring intergenerational-racial-cultural coexistence. At Madrid’s P2P Commune, the question isn’t so much what to do but how to do it. That’s why the city-world is devoted to the new concept of how-toism: the crux of the matter lies in the transversal, inclusive, interdisciplinary, heterogeneous processes and methodologies used.
Madrid’s P2P Commune is copyleft (free to copy). Its squares are copyleft. Anybody can sit down and talk, film it, share it with the world. Film your square. Copy it. Upload it to the MediaTeletipos cloud. The self is reborn in the we. Much to the annoyance of fanatical neoliberal individualism, this P2P Commune is DIWO: a Do it With Others, collaborative city. Fundación Robo isn’t a person. There are no leaders, no faces. It’s just us. The songs are collective. They are tranferable. In DIWO Madrid, the classic Bici crítica—a collective bike ride with no particular destination—transmutes into the Plano de Calles Tranquilas [map of quiet streets] or into a bar and co-working space called La Bicicleta, which began as a crowdfunding project. You can’t do it alone. You can with friends.
In the Madrid of the 80s narrated by singer-songwriter Joaquín Sabina, “the sun was a butane gas heater” and there were “syringes in the lavatory”. Unemployment. Junkies. Beer-drinking rock. At the Madrid Commune, there is unemployment, but the trans-, the co-, the inter-, the plural take precedence. So does the RAM Culture, a new cultural paradigm based on exchange and relationships rather than accumulation. Do it with others. Share books at Bookcamping.cc. Exchange your time at the NOCKIN bank. Share an Internet connection with your neighbour at WIFIS.org. Drink free knowledge at the Traficantes de Sueños bookshop/publisher. Lose yourself on a hacker sightseeing tour at the Loginmadrid project, where each local person functions as a password that allows the visitor to explore different neighbourhoods. Madrid’s P2P Commune tastes-smells-sounds like serendipity, random encounters, open culture, cross-over innovations.
In the early 90s, Madrid was still that “sea of tar, domain of the state” that the heavy metal band Barón Rojo ranted about. A #PostMetropolis divided into a centre filled with institutions and a working-class periphery emotionally disconnected from the heart of the city. Today, Madrid’s P2P Commune is a maze of interconnected public spaces that grows and mutates on the margins of governments and institutions. It shares ideas, it co-creates. It doesn’t rely on the Establishment, but doesn’t antagonize it either.
The city is simply reborn without asking for permission to occupy its inert or vacant spaces. At the San Fernando market in Lavapiés, for example, books are sold by the kilo at La Casqueria and vegetables coexist with free software. The city reconfigures itself crosswise, cross-border, asymmetrically. At open seminars such as Hack the Academy Studio, where academia tears down its walls and allows citizens to participate. At La Mesa Ciudadana [The Citizens’ Table], experts, amateurs, architects, artists, multidisciplinary networkers and city hall technicians get together to cook-think.

Image: Arquicómics workshop on the relation between architecture and comics.
Madrid’s P2P Commune is the birthplace of the concept Extitución [Extitution]. If institutions are organizational systems based on an inside-outside framework, extitutions are designed as areas where a multitude of agents can spontaneously assemble. Liquid, flexible, inclusive, itinerant, post-it extitutions. Extitutions such as Intermediae, forged with free software and transversal participation, which sometimes holds its meetings-debates at the Matadero, but also at various other urban locations. Extitutions such as MediaLab Prado, which offers its body to communities, cooks open science, yawns multiple prototypes, transforms citizens into sensors (see Data Citizen Driven City) or its façade into a shared, recoverable, playable screen.
Spanish poet Antonio Machado once described Madrid as the breakwater of every Spain. In the 2010s, Madrid is a revamped breakwater of every square, continent, language and network. Toma la plaza. Take the square. Nationality is irrelevant. La Comuna’s area of debate is the world. Within the hyperlocal there is a global beat. People protect immigrants from the police. In common spaces—whether it’s La Tabacalera, El Campo de Cebada or MediaLab Prado—multiculturalism is the rule. And a growing galaxy of intercultural projects based in the city, such as Lab Latino, Inteligencias Colectivas, Red Trans Ibérica or Curator’s Network, connect affect networks throughout the planet by developing projects in other countries.
If this ungovernable city of layers—multicultural puzzle; national, micro-macro-cry—were governed by bright politicians, they would have already turned such effervescence into the “Madrid brand”. Madrid would be reliving La Movida all over again, a cooler Movida than that of Almodóvar. Or a Movida 2.0, designed to attract tourists, which would end up watering down the initiatives.
All the better if nobody takes over the narrative. Let it be a volcanic co-creation with no name. An almost invisible, choral, subterranean river. Let Madrid’s P2P Commune be a soft, yet constant, breeze; let it be rhizome; an ocean where glocal affect navigates amidst the macroeconomic storm. Let La Comuna P2P de Madrid be at least barely understood a few decades from now. Let it go down in history as the first stone, the prototype that—square by square, word by word, concept by concept—gradually replaced the old world without anyone even noticing.
Article translated by Arianne Sved, edited by Susa Oñate – Guerrilla Translation!
This translation has also been republished on:
El dios que vive dentro del dinero
Peggy Nelson de HiLobrow entrevista a Douglas Rushkoff
- Traducido por Stacco Troncoso, editado por Susa Oñate – Guerrilla Translation!
- Imagen principal de la portada de Life Inc. de Douglas Rushkoff
- Artículo original, publicado en HiLobrow
¿Cómo hemos llegado hasta aquí? Wall Street está ocupada por una miniciudad de tiendas de campaña 1, mientras que los instrumentos financieros canalizan cada vez más fondos hacia quienes ya son ricos. ¿Cómo hemos llegado a una situación en la que las corporaciones parecen tener mayor acceso legal (y financiero) a la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad que el ciudadano medio? ¿Cómo hemos llegado a una situación en la que el dinero es invisible y está informatizado, pero se distribuye de manera más desigual que nunca?
No cabe duda de que no hemos llegado aquí de la noche a la mañana. En su libro Life Inc.(Vida S.A.) el autor y “ecólogo mediático” Douglas Rushkoff documenta el auge imparable de la corporación, desde sus orígenes a finales de la Edad Media y a través de su adolescencia en la Revolución Industrial, para llegar a su madurez virtual y global de hoy en día. Life Inc. no ha perdido relevancia desde su publicación en el 2009, dada la generalización del debate público sobre la economía y la creciente necesidad de lograr una perspectiva precisa y a largo plazo.
En esta entrevista, Rushkoff apunta hacia los orígenes renacentistas de la corporación y explica cómo nos ha amoldado a su imagen y semejanza. También revela por qué el dinero lleva un Dios incorporado y nos advierte sobre lo que realmente estamos comprando al meternos en una hipoteca. Pero, más allá de la retórica y más allá de contemplar el pasado, Rushkoff mira hacia el futuro para ofrecer ideas tan prácticas como provocativas; ideas para des-corporatizarnos y ocupar mejor nuestras vidas.
Vaal tiene hambre, hay que dar de comer a Vaal 2
Peggy Nelson: La corporación no es un fenómeno reciente, se remonta a cientos de años atrás. ¿Cuál es la historia detrás del origen de la corporación? ¿De dónde vino y qué es exactamente?
Douglas Rushkoff: La corporación es resultado de dos innovaciones: la creación de una moneda centralizada y la creación de los monopolios privilegiados. A finales del siglo XIV, las clases altas –la aristocracia y los antiguos señores feudales– se estaban volviendo cada vez menos prósperos en relación a la gente normal. El incremento en la producción de la clase mercantil y de la gente que vivía en pueblos grandes y ciudades contrastaba con la disminución de la riqueza relativa de la aristocracia. Y esto suponía un problema: los aristócratas querían salvaguardar el sistema que tan buenos frutos les había dado durante quinientos años y en el que no tenían que “hacer nada” para ser ricos. De ahí les vino la idea de invertir de forma pasiva en las industrias de otros.
Digamos que soy el monarca. Si quiero ganar dinero a través de tu compañía de transporte marítimo, ¿cómo te convenzo para que me dejes invertir? Bueno, pues utilizo el poder que tengo como monarca para escribir un acta. Esto significa que yo te doy el monopolio de un sector y tú, a cambio, me das un 30% de las acciones de la compañía. El mercader elegido se libra de la competencia y obtiene protección ante la bancarrota, mientras que el rey recibe lealtad, dado que los monopolios de los mercaderes dependen de su permanencia en el trono. No le importa si unos pocos dentro de la clase mercantil se hacen tan ricos como él siempre que, como resultado, pueda seguir agrandando su propia riqueza.
Pero no estamos hablando aquí de la promoción del capitalismo de libre mercado. Se trata de la promoción del monopolio, de aquel capitalismo que no tiene que ver con el mercado. Supuso la inclusión de una serie de actores y una serie de sistemas que no tenían nada que ver con el mercado libre, y eso cambió la predisposición de los mercaderes para alejarles de la innovación. Dicho de otra forma, pasaron del, “¿cómo puedo innovar y mantener mi ventaja competitiva?” al “¿cómo puedo extraer riqueza del ámbito que controlo?”.
Entonces tenderían al conservadurismo, dado que querrían mantener lo que tenían sin arriesgarse a perderlo.
Conservadores en ese sentido, pero rapaces en otro. Digamos que ahora controlo las colonias. Mi objetivo es extraer su riqueza; quiero impedir que sus habitantes creen cualquier tipo de valor propio. Me parece muy bien que los colonizadores planten algodón, pero van a utilizar mis semillas, mis herramientas agrícolas, todo lo que van a utilizar es mío. Si eres granjero, te daré permiso para plantar el algodón, pero me lo tendrás que vender a mí y al precio que te imponga. No te permitiré convertir ese algodón en tejido. Fabricar es sinónimo de creación de valor. Y ahora vas a… ¿¡cómo se te ocurre!? ¿¡Que lo vas a convertir en ropa!? ¡Si esa ropa me la podrías haber comprado a mí! No, no, de eso nada, todo ese algodón es para mí. Lo voy a cargar en mi barco para traerlo a Inglaterra. Entonces, la fábrica textil, que es otro monopolio privilegiado del rey, convertirá el algodón en ropa para transportarlo de vuelta y vendértelo… con beneficios.
Entonces ¿siempre se trata de cultivos de exportación?
Así es, y si te niegas a ello, me lío a tiros.
¡Y lo hicieron!
¡Vaya si lo hicieron!
Rehabilitando la Edad Media sin ayuda de nadie
Por tanto, y durante tres siglos, la clase media y la clase mercantil tuvieron mucho éxito. Ciudades que habían estado sujetas a un feudalismo estricto —y que estaban hechas polvo desde la caída del Imperio Romano— empezaron a ganar independencia. Todo ello dependía de la utilización de las monedas locales —recibos de la cosecha– que la gente empleaba para sus transacciones. Serían el equivalente de lo que hoy en día llamamos monedas “caducas” 3 y se generaban a través del esfuerzo propio. Las comunidades crearon tantísimo valor que ni siquiera sabían qué hacer con él. Así que empezaron a invertir en infraestructura, en molinos de viento y de agua, y también en su futuro, construyendo catedrales y otras atracciones turísticas.
¿El dinero para construir las catedrales no provenía de Roma?
Resulta que no. El Vaticano y la Sede romana no construyeron las catedrales. Estas se financiaron a través de las monedas locales –un tipo de dinero muy distinto al que utilizamos hoy en día– que, como he dicho, estaban basadas en la cosecha, una comodidad que va perdiendo valor con el tiempo. La cosecha o bien se descomponía, o se la comían las ratas, o era muy cara de almacenar. Por tanto, había que gastar ese dinero lo antes posible, antes de que se devaluara. Y cuando la gente no para de gastar mucho dinero, la consecuencia es una economía que crece muy rápidamente.
Ahora, y a diferencia de una economía capitalista donde el dinero se acumula, en el caso de las monedas locales el dinero circula constantemente. Un mismo dólar puede dar de comer a tres personas, en vez de solo a una. Había tal cantidad de dinero en circulación que tuvieron que ingeniárselas para ver qué hacer con él, cómo volver a invertirlo. Ahorrar dinero no era una opción factible, no podías meterlo en el banco para que creciera porque, en vez de crecer, menguaría. Por eso pagaban tan bien a los trabajadores y acortaron la semana laboral hasta cuatro días por semana, y en algunos casos tres. E invirtieron en el futuro a través de la infraestructura; y empezaron a construir catedrales. No podían construirlas todas a la vez pero se lo plantearon con una perspectiva muy a largo plazo: la inversión de tres generaciones daría lo suficiente como para construir toda una catedral y sus bisnietos vivirían en una ciudad próspera. Así se construyeron las grandes catedrales, como la de Chartres. De hecho, algunos historiadores describen el final de la Edad Media como “La Edad de las Catedrales”.
Disfrutaban del mejor nivel de alimentación de la historia de Europa; las mujeres inglesas eran más altas de lo que son hoy en día y los hombres eran más altos que en cualquier otro periodo de la historia, hasta los años 70 u 80 del siglo pasado (el incremento reciente en el nivel de crecimiento se debe sobre todo a la introducción de hormonas en la cadena alimenticia). Aun así, la esperanza de vida estaba por debajo de la de hoy en día y carecían de medicina moderna, pero la gente de esa época disfrutaba de mejor salud y era más fuerte, aunque jamás se hable de ello hoy en día.
Eso ocurrió justo antes del nacimiento de la corporación y los monopolios privilegiados originales, antes de la creación de la moneda centralizada y la prohibición de las monedas locales. La centralización de todo esto empezó a provocar grandes cambios.
Parece que el oscurantismo de la Alta Edad Media no era tan oscuro como dicen.
Sí, creo que es pura desinformación. No soy muy dado a las teorías conspiratorias en temas como estos, pero creo que el motivo por el que celebramos el Renacimiento como el punto álgido de la cultura occidental tiene que ver más que nada con el marketing . Los monarcas renacentistas y los Estados-nación, junto a los poderes de la Era Industrial que les siguieron, no han dejado de beneficiarse de esta re-caracterización de una de las civilizaciones más prósperas de la historia de la humanidad como una época oscura, horrible y azotada por la peste bubónica.
Históricamente hablando, la peste sólo se extendió tras la invención de los monopolios privilegiados y la imposición de la moneda centralizada. Esta se convirtió en la única modena legal y, 40 años más tarde, llegó la epidemia. Así de rápido empobreció la gente. Ya no se les permitía beneficiarse de la tierra. Supuso el cambio de un modelo basado en la abundancia a uno basado en la escasez; de una economía basada en la producción anual de cosechas a una basada en el oro que el rey ponía en circulación.
Es una manera totalmente distinta de entender el dinero. La tierra deja de ser un terreno en el que los campesinos pueden cultivar comida, para convertirse en una inversión, en un activo de los ricos. Ya convertido en activo, empezaron con los cercamientos y las particiones de tierra. Eso significa que ya no permitían que la gente cultivara en las tierras comunales, imposibilitando el que siguieran viviendo de la agricultura de subsistencia. Si no te permiten practicar la agricultura de subsistencia, te tienes que buscar un trabajo y, por tanto, te vas a la ciudad para ponerte a disposición de un jefe que sólo quiere mano de obra barata y no cualificada para su proto-fábrica. Traes a toda la familia adonde está el trabajo, a la miseria, a un lugar abarrotado de gente y empobrecido, el caldo de cultivo perfecto para la peste y la muerte.
Hay un dios, y está presente en todo el dinero
¿En qué estaba basado el dinero que emitía el rey? Si la otra moneda estaba basada en la cosecha, supongo que tendría una relación directa con la cantidad cosechada y, dado que esta se va pudriendo, la moneda se degradaría con ella…
¿La moneda del rey? Ni siquiera se trataba de oro: lo que fundamentaba esa moneda era el imprimátur del rey. Era la moneda del reino porque tenía su cara estampada en ella.
Eso es muy abstracto.
Lo es. Y, dado que la gente no se creía esa abstracción, porque estaba acostumbrada a que los recibos de la cosecha estuviesen basados en algo real, se necesitaban metales preciosos para legitimar la moneda del rey: plata u oro; tenían que utilizar algo valioso para que la gente creyera en ella.
Ahora, pasemos a la década de 1970. Después de cuatro o cinco siglos con esa creencia, Nixon se dio cuenta de que, ahora que la gente se lo cree, la moneda puede dejar de basarse en el metal para fundamentarse directamente en esa creencia. Fue entonces cuando empezaron a poner “confiamos en Dios” en los billetes, justo cuando se desligó del patrón oro.
¿Esa frase no había estado ahí siempre?
No, estaba en las monedas, pero no en los billetes. A fin de cuentas, lo único que queda es la creencia.
Seamos todos independientes… unidos
¿Cómo encaja la idea del individuo en relación a estos hechos?
El corporativismo, con su impulso de la competencia entre individuos frente a fondos y recursos escasos, allanó el terreno para el individualismo y para un concepto exacerbado del ser. Soy “ecólogo mediático”, veo la sociedad y los medios como una ecología donde los cambios en un aspecto reflejan los cambios en otro. La noción del individuo se inventó, o reinventó, en el Renacimiento. Por eso fue, en parte, un renacimiento, un renacer de viejas ideas, el renacimiento de los ideales griegos. La definición griega de la persona —que siempre había sido “el ciudadano”, es decir, “el individuo en relación al Estado”— se remodeló en la de “el individuo”.
El primer individuo de la literatura renacentista fue el Doctor Fausto, que representa los límites extremos de la avaricia. Aquí nos encontramos con el nuevo individuo; ya no es ciudadano de una ciudad-Estado sino un individuo con perspectiva propia en relación a su entorno. El renacimiento trajo consigo la introducción de la perspectiva en la pintura y eso supone que el individuo es un ser autosuficiente y que su punto de vista es importante. También trajo consigo la lectura y eso supone que el individuo puede sentarse a solas en su estudio para tener una relación propia con la Biblia, en vez de reunirse en la plaza del pueblo o en la iglesia para que el cura le lea la Biblia, como parte de la congregación. Por una parte se trata de una bellísima celebración de la perspectiva y la consciencia individual pero, por otra, todo se debe al contexto de una nueva economía donde los individuos compiten entre sí para obtener trabajo, recursos, tierras y dinero escasos.
De acuerdo, y ahora te pregunto: ¿qué pasaba con los artistas?
Los historiadores dicen que los mecenas que patrocinaban a los grandes artistas fueron de lo mejor que ocurrió durante el renacimiento. Pero, antes del renacimiento, no necesitabas de ningún “mecenas” para ser artista. De hecho, podías vivir en la ciudad, dedicarte a lo tuyo, y ser un gran artista. El modelo renacentista del arte y el comercio no estaba basado en una condición universal preexistente. Cierto, el Vaticano podía encargar que se pintara una basílica, pero… sería muy interesante ver qué hubiera sido de Leonardo da Vinci o Miguel Ángel si, en vez de formar parte de una burocracia centralizada, hubieran trabajado como artistas independientes de andar por casa. Quizás hubieran sido incluso mejores artistas… nunca se sabe.
Llegados a este punto, ya tenemos individuos y corporaciones reconocibles.
La moneda del rey, o moneda centralizada, es la moneda del monopolio. El rey declaró que las monedas caducas eran ilegales. ¿Por qué? En primer lugar, es mucho más fácil aplicar impuestos a una moneda centralizada. Segundo, el rey podía restar la cantidad de oro que respaldaba a la moneda sin mayor inconveniente, podía restarle valor en función de sus deseos. Finalmente, dado que se trata de una moneda basada en la escasez, todo el mundo tiene que competir para obtenerla. Es una forma de ayudar a que los ricos amasen más poder sólo por el hecho de tener dinero, no por lo que puedan gastar, sino por lo que puedan acumular.
Y el dinero se convierte en un recurso.
Se convierte en un recurso por sí mismo. De hecho, es un recurso abstraído, literalmente es un derivado, se trata del primer derivado. La centralización hace que el dinero deje de ser una representación de algo real para convertirse en una clase de activo derivado. Hoy en día vivimos en una economía basada en los derivados financieros y nos ha llegado por medio de la banca centralizada. Ahora, prácticamente todo el mundo cree que los bancos inyectan dinero para impulsar la economía y que la mejor forma de arrancar un negocio es pidiendo un préstamo bancario. Pero, cómo se crea el dinero… pues, literalmente se crea gracias a los préstamos. Pero, por cada dólar creado mediante un préstamo, por cada dólar que ganas, existe un negativo en algún balance general en algún sitio.
¿La deuda va incorporada desde el principio?
Es que es deuda, el dinero que utilizamos es deuda. Funciona de la siguiente manera: para montar un negocio pides un préstamo de 100,000 $ al banco. Esto supone que vas a tener que devolver al banco, digamos, unos 200,000 $ o 300,000 $ cuando termines de pagarlo. ¿Y de dónde salen los otros 200,000 $? Salen de otra persona que también ha pedido un préstamo bancario de 100,000 $. ¿Y de dónde va a sacarlo? O bien acaba en la bancarrota, porque no puede devolverlo, o, de lo contrario, pide prestados otros 200,000 $ al banco. Entonces, tendrá que devolverlos, y con intereses. Al final ya ha pedido prestados un total de 300,000 $ y tendrá que devolver 900,000 $.
La masa monetaria tiene que crecer en función del interés. Hacemos negocios y obtenemos ingresos a un ritmo determinado e impulsado por la estructura de la deuda de la empresa, en vez de por la oferta y la demanda. A esto se refería Adam Smith. Adam Smith no era un libertario de libre mercado, no era un industrialista corporativo, tal y como le pintan en The Economist o en el Wall Street Journal. Smith dijo que las economías sólo funcionaban a cierta escala, que sólo funcionaban localmente, ya que vivía en un mundo donde todo el mundo era granjero. Y odiaba a las corporaciones, igual que odiaba al gobierno central, porque sabía que, a fin de cuentas, una economía basada en el interés no funciona. Y esto se debe a que la deuda no es un producto real. Ahí no hay nada. Nada. Pero se inventó precisamente para eso. La economía basada en la deuda se inventó para que quien ya tuviera dinero pudiera enriquecerse por el mero hecho de tenerlo, sólo sirve para eso. No digo que sea algo malévolo, sólo es una idea. La cuestión es que no funciona. Si la cantidad de personas que quiere ganar dinero solo porque lo tienen crece hasta tal punto que hay más gente dedicándose a eso que a producir cosas, la economía colapsará tarde o temprano.
Suena a una gran estafa piramidal.
¡Es que es una estafa piramidal! Ninguna de las compañías de las que estamos hablando son lo que aparentan ser, sólo son nombres adosados a una deuda. General Motors es el nombre de una deuda, Sony es el nombre de una deuda.
El New York Times…
…también es el nombre de una deuda. Todas son sociedades anónimas con acciones en bolsa, sujetas a índices de costo-beneficio. Por un lado están las acciones emitidas y, por otro, está el negocio en sí. Se trata de dos cosas distintas. En vez de ser una inversión en la compañía, las acciones son más bien un lastre para el sistema. Algún día tendrán que devolver todas esas deudas.
Yo, yo mismo, y mi corporación
La deuda también tiene un componente emocional. Con eso quiero decir que, si estás endeudado conmigo, estás endeudado para siempre… o sea que ponte a trabajar de una vez y déjate de tonterías.
Poco a poco, con el tiempo, las corporaciones han querido extraer cada vez más valor de las personas, ya sea como trabajadores o como consumidores y, finalmente, como accionistas e inversores en nuestros propios planes de jubilación. En esencia, hemos externalizado nuestras propias vidas. Externalizo mi trabajo a una compañía. Externalizo mi consumo a una compañía; voy a Wal-Mart, después voy al Costco. Externalizo mis inversiones y mis ahorros a compañías, se los doy a Citibank, en vez de al banquero local, o a mi cooperativa financiera, o a mi restaurante, o a mis hijos, o a mi catedral. Todas nuestras interacciones están mediadas por las corporaciones – yo no trabajo para ti, ni tú trabajas para mí.
Hablemos de distintos tipos de valor. Ahora mismo utilizamos el dinero y lo medimos todo con esta métrica de color verde. Pero, como ya sabemos, existen otros tipos de valor, como son las relaciones personales; hay otras maneras de medir el valor…
Tenemos formas distintas de experimentar el valor, pero son muy difíciles de medir. Creo que, en el clima actual, todo aquello que la gente podría o debería valorar provoca ansiedad y nerviosismo.
¿En qué sentido?
Estar con un amigo, por ejemplo… De acuerdo, sólo me siento con un amigo si me he tomado un Paxil 4 o algo así, dado que parece que nos han aculturado para huir de la socialización. Solo puedo echar el rato contigo porque estamos trabajando, ¿no?
Claro, porque es productivo.
¡Y tan productivo! Y podemos medirlo porque se está grabando, ¿sigues grabando, no?
Estás diciendo que el dinero no tiene un valor imparcial.
No es sólo que el dinero no tenga un valor imparcial, sino que nuestro dinero ni siquiera es un dinero imparcial. La moneda que empleamos no es el único tipo de dinero que existe. Existen otros tipos, igual que existen otros medios de comunicación distintos, y todos fomentan comportamientos distintos. Los ordenadores estimulan ciertos comportamientos, la televisión fomenta ciertos comportamientos. Una moneda basada en oro promueve ciertos comportamientos, una moneda centralizada fomenta ciertos comportamientos y una moneda local y caduca basada en la cosecha estimula otro tipo de comportamientos. El dinero que utilizamos hoy en día conduce a un comportamiento muy específico y no es casualidad: conduce a la acumulación. Es una moneda que acumula interés con el paso del tiempo, por tanto es preferible acumularla antes que gastarla. Y eso está bien si esa es la herramienta que necesitas.
Pero, quizás, también tendría que haber otras herramientas en esa caja…
Es como si sólo tuviéramos un martillo y nos quejáramos de lo que nos cuesta atornillar cosas. La moneda centralizada favorece mucho la competición, es realmente perfecta para las grandes compañías. Wal-Mart y Citibank pueden conseguir dinero a menor coste; cuanto más grande eres, más cerca estás del almacén. Y los grandes no quieren monedas locales, no les interesa la creación de valor desde abajo ni el dinero basado en el trabajo —un dinero que se crea a través del esfuerzo en vez de los préstamos— dado que eso reduciría su monopolio sobre los medios de intercambio.
El problema de autodescribirnos según nuestro trabajo, o nuestro socialismo, o nuestra clase económica, es que la economía y el dinero que utilizamos sólo representan una parte de nuestro ser.
Claro, yo creo valor, pero ese valor que creo para mi comunidad va más allá de mi labor como panadero, por ejemplo. No sólo soy sastre. También soy el tipo que cuenta los mejores chistes en las fiestas, soy el tipo que tiene una hija preciosa…
Nunca son aspectos aislados, ni se pueden medir con una sola métrica.
Hogar, dulce brico-hogar
Desde la década de 1920 hasta la de 1970, se desarrolló toda una iconografía para convertir a las corporaciones en los héroes del pueblo. En vez de comprar cosas a gente que conozco, ahora confío más en el hombre de Quaker Oats 5 de lo que confío en ti. Esto es consecuencia de las campañas de relaciones públicas y del desarrollo de esta profesión.
¿Crees que la evolución de las relaciones públicas surgió naturalmente o que fue algo premeditado para asegurar que las cosas no se salieran de madre?
Tuvieron que hacerlo para que las cosas no se salieran de madre. Los avances más significativos en lo que a relaciones públicas se refiere siempre han coincidido con momentos de crisis. El movimiento obrero es un buen ejemplo; más allá de que la situación laboral fuera abominable, hay que señalar que la gente veía que la situación laboral era abominable. Surgió así la necesidad de reescribir la narrativa para que la gente pensara que los activistas del movimiento obrero eran personas malvadas y aterradoras. Todo para incitar a la gente a mudarse a los suburbios, a la periferia, y aislarse de esta vorágine de obreros, de “las masas”. O, volviendo al ejemplo de los Quaker Oats, antes la gente veía con desconfianza los productos que llegaban de fábricas lejanas. Aquí tenemos una caja de cartón normal y corriente, la han transportado desde muy lejos ¿por qué comprar esto en vez de comprárselo a alguien a quien conozco de toda la vida? Los medios de comunicación de masas son imprescindibles para hacerte desconfiar de tu vecino, proyectar esa confianza a una entidad abstracta, la corporación, y creer que deparará un mañana mejor y todas esas cosas.
Lo empezaron a amañar más exageradamente después de la Segunda Guerra Mundial, cuando los soldados regresaban a casa. Franklin D. Roosevelt estaba compinchado con los de relaciones públicas. Los veteranos traumatizados volvían de la guerra y todo el mundo sabía que estaban totalmente jodidos y aterrorizados. Por aquel entonces ya sabíamos lo suficiente de psicología y psiquiatría para darnos cuenta de que estaban dañados, que sabían utilizar las armas y que… ¡eso era un problema! Si los veteranos hubieran regresado al mismo movimiento laborista que dejaron atrás antes de la Segunda Guerra Mundial, se habría provocado la hecatombe. Entonces se les ocurrió darles casas, hacerles sentirse bien, y eso provocó la creación de Levittown 6 y otros proyectos cuidadosamente diseñados con la ayuda de psicólogos y sociólogos. Vamos a meter a los veteranos en una casa, vamos a celebrar la familia nuclear.
Y el hogar deja de ser un compendio de relaciones para convertirse en un objeto.
La definición actual de hogar es sinónimo de “mi vivienda” cuando, anteriormente, significaba “el sitio de donde soy”. Nueva York es mi hogar, ¿cuál es el tuyo?
Claro, de dónde soy.
¿De dónde eres? No ¿en qué “estructura” vives? Pero tuvieron que redefinir el concepto de “hogar” y se gastaron mucho dinero público para lograrlo. Construyeron casas en vecindarios específicamente diseñados para aislar a las personas entre sí y prevenir que los hombres en particular se reunieran y organizaran en grupos. Estas urbanizaciones no tienen salas de reunión ni de fiestas. Querían tener a los hombres pendientes de sus jardines, que tuvieran tres árboles frutales y fueran expertos en bricolaje. Para la mujer, pondremos la cocina en la parte de atrás, para que pueda vigilar a los niños jugando en el patio trasero.
Y, dado que no hay porche, ya no ves pasar a los vecinos.
Todo tenía que ser individual, ¡y estaba todo planeado! Nadie va a seguir siendo un revolucionario si tiene que pagar una hipoteca. Con tal cantidad de deuda, ya es partícipe del sistema. Cierto es que se ha llevado la peor parte de la economía basada en el interés, pero de aquí a 30 años puede ser propietario de su propia casa.
La libertad no sale gratis
Hablemos de tecnología. En lo que a administrar un sistema de bienes y servicios compartidos se refiere, internet puede ser bastante útil. Pero también da la impresión de que internet, y las máquinas y la tecnología en general, conllevan el riesgo de desplazar las relaciones verdaderas y podría suponer un obstáculo. ¿Dónde te sitúas en relación a estas ideas?
Para mí, la palabra que mejor describe lo digital es “discreción”. Por ejemplo, hablemos de sonido. Si nos fijamos en un sonido, por mucho que lo examinemos de cerca, sigue siendo algo real. Siempre podremos descubrir más fidelidad, más información. Si lo escaneo o lo convierto en un sample, he cogido ese sonido que existía en el mundo real para convertirlo en un número. Aquello que era un hecho en la naturaleza, en el mundo, se ha convertido en un número. Es un derivado de la realidad. Ese número encapsula toda la métrica y toda la información referente a ese sonido que soy capaz de incluir. Ahora puedo hacer copias de ese número y manipularlas. En este sentido, tenemos más opciones. Pero, en lo que al sonido original se refiere, el número sólo puede reproducir lo que yo le he dicho que reproduzca.
Sólo conoce lo que se supone que tiene que medir.
El proceso de reproducción también está ligado a la velocidad de muestreo, algo que, por necesidad, deja cosas fuera. Aunque la velocidad de muestreo sea muy buena —a nivel de super-mp3— y vaya más allá de mi capacidad auditiva consciente, sigue existiendo un espacio entre los samples. Lo mismo ocurre en un tubo fluorescente: hay un espacio entre destello y destello.
Ahora, la pregunta práctica es si es exactamente igual o no. Argumentaría que en muchas situaciones prácticas, sí es prácticamente igual, pero no puede decirse lo mismo de todas las situaciones prácticas. Es una recreación de una cosa, una aproximación y, sin meterme en rollos espirituales y hablar del Prana, del Chi y todo eso, sí que hay una diferencia.
Cuando tenía que investigar algo en la secundaria, me iba a la biblioteca a buscar un libro. Era imposible no ver los otros veinte libros que había en la estantería, pues tenía que leer el título en el lomo de veinte libros antes de encontrar el mío. Leyendo esos veinte lomos veía cosas que, quizás, no hubiera visto de otra manera y esto me daba ideas aleatorias para mi investigación, no predeterminadas. Veía esas cosas gracias al hecho de que algún bibliotecario, un ser viviente que había pasado por ahí, había tomado una serie de decisiones condicionadas por su trayectoria y sus influencias, además del caos típico de la vida cotidiana. Mientras tanto, si estoy en un entorno digital y ya sé qué libro quiero, lo escribo en Google y lo encuentro. No hay ningún otro.
Es como si esa libertad de elección tan concreta formara parte de un entorno muy controlado.
Sí, ¿de qué gama de elecciones dispongo? ¿Y quién determina esa variedad? La gente ni siquiera se da cuenta de esto. Por eso, cuando me fijo en la tecnología, digo: “Genial, cualquiera puede escribir en la red pero, la mayoría, no sabe programar”. Es decir, podemos introducir un texto en el recuadro donde se escribe en el blog, pero no estamos pensando en las predilecciones que son parte de la arquitectura de un blog diario y que tienden hacia reflexiones cotidianas cortas, que no a la introspección…
Fíjate en las comunidades online. Voy a hacer migas con otra persona que tiene un Mini rojo del 2004 con techo corredizo, igual que el mío, en vez de hacerlas con mi vecino, que tiene un coche distinto; voy a buscar esa afinidad perfecta. Pero eso no es una relación verdadera, eso es una relación digital y es algo muy concreto. Las comunidades específicas no tardan en degenerar hacia comportamientos conformistas.
Por eso es un paraíso del consumidor, porque verdaderamente ensalza el concepto de grupos de afinidad cada vez más particularizados, elecciones de consumo cada vez más particularizadas.
La vida derivada, un (des)Reality Show
Uno de los temas recurrentes que encontramos en el libro es que todo lo que aparenta tener sentido común en nuestra realidad —la economía, el dinero, lo que compramos y nuestros trabajos— es, en realidad, ciencia ficción. No vivimos dentro de una estructura económica “natural”, nos la hemos inventado.
La verdad es que tiene bastante que ver con Baudrillard. Solíamos vivir en un mundo real donde creábamos valor y comprendíamos ese valor mutuo que habíamos creado como individuos y grupos. Más adelante, nos desconectamos sistemáticamente del mundo real: de nosotros mismos, de los demás y del valor que creamos, para reconectar con un paisaje artificial de valores derivados de trabajar para corporaciones, dioses falsos y todo eso. En cierto sentido, es como los tres pasos de la vida en el simulacro de Baudrillard.
Llegados a este punto, y como diría Borges, hemos confundido el mapa con el territorio. Hemos confundido nuestros empleos con el trabajo. Hemos confundido nuestras cuentas bancarias con los ahorros. Hemos confundido nuestros planes de pensión con el futuro. Hemos confundido nuestras propiedades con nuestros bienes, y nuestros bienes con el mundo. Tenemos estos sitios que habitamos y que se convierten en propiedades que nos pertenecen. Después se convierten en hipotecas que debemos y después se convierten en préstamos respaldados por hipotecas financiados por nuestras pensiones, y después se convierten se convierten en paquetes de deuda, y suma y sigue.
Hemos estado viviendo en un mundo donde cuanto más lejos intervengas dentro de esta cadena de abstracciones, más riqueza tendrás.
La vía de escape
Entonces, dado que este sistema lo hemos creado nosotros, ¿no podríamos crear algo distinto?
Claro, ese era el objetivo inicial del código abierto. Creo que todos los aspectos de la intencionalidad y de la experiencia humana son, a fin de cuentas y si así lo elegimos, de código abierto. Por eso me interesé por la religión y el dinero, porque me parecieron los dos ámbitos donde la gente no aceptaría una premisa de código abierto. La religión… pues claro que no, ¡son verdades sagradas! Pero yo argumento que el judaísmo, en su concepción original, era una religión de código abierto. Escribí un libro sobre ello —se llama Nothing Sacred 7 — que fue y sigue siendo controvertido. Porque, si la Tora está abierta a la interpretación, si se trata del documento bello, multifacético, hiper-textual e hiper-dimensional que creo que es, entonces está a disposición de cualquiera. ¿Qué pasa entonces con la propiedad de la tierra, con el Estado israelita?
El dinero, cómo no, es el otro aspecto importante, sigue siendo la única cosa que no te dejan reproducir.
¿Has visto en algún sitio la reaparición de esa idea de la moneda dual, tan propia de la Edad Media?
Hemos visto su reaparición desde hace 10 o 20 años en sitios como Ithaca (Nueva York) y Portland (Oregón); sitios con comunidades alternativas y hippies y frikis y aparcamientos dedicados a los Grateful Dead y ese tipo de cosas. Podían experimentar con monedas locales porque tenían gente lo suficientemente rara como para aceptarlo.
Recientemente, y después de la recesión económica en Japón, las monedas duales han empezado a arraigar en comunidades no “alternativas”. Todo el mundo tenía tiempo pero nadie tenía dinero. Todo el mundo estaba dispuesto a trabajar pero no había compañías para darles trabajo. Y, dado que la única forma de trabajar que conocemos es externalizando nuestro empleo a una compañía, las cosas pintaban mal.
Una de las necesidades principales era dar asistencia social a los abuelos y bisabuelos que vivían fuera de las grandes ciudades. Nadie podía permitirse contratar a un asistente, a gente que les bañara, les diera paseos, les inyectara la medicina, el intravenoso o les pusiera el orinal. Entonces, si no puedes permitirte pagar por esos servicios, ¿qué haces? Y lo que hicieron fue implementar un sistema des-localizado de moneda complementaria donde te prestas como voluntario para cuidar de una persona mayor en tu zona durante cierta cantidad de horas. A cambio recibes cierto número de créditos que, más adelante, puedes utilizar para que alguien que viva cerca de tus abuelos pueda cuidar de ellos. ¡No había intercambio monetario! Es una moneda que, literalmente, se ha creado a partir del trabajo. Incluso después de que mejorara la economía y de que la gente recuperara sus seguros médicos, los ancianos preferían a los asistentes sociales que venían de la comunidad, y no a los que les mandaban las compañías.
Ahora se avecina algo similar en Estados Unidos, en los sitios donde las cosas van especialmente mal: Detroit, Lansing, Cleveland. Son ciudades que tienen recursos humanos, tienen terrenos y fábricas viejas. Tienen tiempo, tienen energía, pero no tienen dinero, ni son un reclamo para las corporaciones. ¿Qué opción les queda? Implementar una moneda local, hacerse favores mutuos. Yo te arreglo el coche y tú me devuelves el favor más adelante.
Promover negocios que dependen de un préstamo bancario es como decir que no confías en modelos de negocio sostenibles. Cualquier negocio que haya arrancado con un préstamo no es un negocio sostenible, porque ya está metido en el carrusel de la deuda y del interés. Esto es lo que le sigue confundiendo a Obama. Debería decir, “Mirad, ya sé que la crisis económica es real; hay préstamos e hipotecas pero vamos a hacer algo al respecto. Lo más importante es que, en vez de gastar 5 billones de dólares del dinero de vuestros bisnietos en estos banqueros que la han cagado, vamos a ver cómo podemos gastar un pelín de dinero para reeducar a las comunidades sobre un desarrollo económico real y sostenible.”
¡Y es fácil! Cuando hablo con economistas, o con banqueros, todos me dicen: “Bueno, eso no funcionaría. Para que ocurra todo eso necesitas un banco que invierta en la comunidad.”
Pero la verdad es que no. No necesitas ningún banco.
Guerrilla Translation/Relacionado:
“El objetivo del juego no es tener un juego con objetivo”/ Douglas Rushkoff
¡El capitalismo me funciona! Verdadero/Falso/ Steve Lambert
Retomando el Mundo/ Douglas Rushkoff
Notas del equipo de traducción.
1. [La entrevista original se publicó en noviembre del 2011, pocas semanas antes del desalojo de Zucotti Park.]↩
2. [“Vaal” es un monstruo de un episodio de la serie original de Star Trek que requiere los servicios constantes de sus “alimentadores”, los nativos de un planeta visitado por el Enterprise. Más información en este enlace.]↩
3. [Es decir, con una tasa de sobrestadía inherente.]↩
4. [“Paxil” es el nombre comercial de un fármaco antidepresivo e inhibidor selectivo de la recaptura de serotonina. Más información en este enlace.]↩
5. [Se trata del personaje que aparece en el logotipo de un tipo de copos de avena estadounidense para el desayuno. El logotipo lo diseñó Saul Bass, más conocido por sus secuencias de títulos de películas en los sesenta. Aquí tenéis más información sobre el Quaker Oat Man.]↩
6. [“Levittown” es el ejemplo arquetípico del suburbio norteamericano. Aquí tenéis un recuento histórico crítico sobre su creación.]↩
7. [ Nada sagrado en español. Aquí está la web del libro]↩
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Guerrilla Translation nominada a los OuiShare Awards 2014
Es todo un placer informaros de que Guerrilla Translation está nominada a los premios Ouishare 2014. Si aún no conocéis Ouishare, se trata de una organización que, en sus propias palabras, “…es un Think-and-Do-Tank (Incubadora y Creadora de proyectos) cuya misión es la de empoderar a ciudadanos, instituciones públicas y empresas para crear una Economía Colaborativa: una economía basada en el hecho de compartir, colaborativa y abierta, que se sustente en redes horizontales y comunidades.”
Uno de los motivos principales que nos ha impulsado a presentar la candidatura es el sentido de comunidad que hay entre lectores, contribuidores, autores, traductores y correctores. En este último año, hay quien ha desempeñado alguno o varios de estos roles, mientras que otros habéis colaborado en todos los aspectos… y estamos encantados y agradecidos. Realmente creemos que hemos construido una comunidad en torno al proyecto y queremos seguir desarrollándola con vuestra ayuda.
Sólo hemos tenido unos días para montar un video rápido (de menos de un minuto) con el que describir el proyecto ante los jueces y atraer los votos de nuestros lectores. Ahora os queremos pedir vuestra ayuda para estar entre los cinco finalistas premiados. Primero, compartid este post y el vídeo que lo acompaña con vuestros contactos y, segundo, visitad este enlace para votarnos directamente. NOTA: Para votar sólo tenéis que escribir una dirección de correo, darle al botón de “Vote!” y, acto seguido, se os pedirá un código “capcha”. Eso es todo, no hay que registrarse ni nada y es bastante fácil. Adicionalmente, si vais a viajar a Ouishare Fest en París, allí estaremos para conoceros en persona.
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De nuevo: apoyadnos con vuestro voto en la página de los premios Ouishare 2014. Podéis votar hasta el domingo 4 mayo. Vuestra colaboración nos daría la posibilidad de ganar el premio: una semana de preparación y trabajo colaborativo en París, que creemos supondría un gran impulso para la consolidación del proyecto.
Por último, también os animamos a votar a otros proyectos. Hay cinco categorías y, al final de la votación, se seleccionarán cinco ganadores de entre todas (ver la página de nominados). También encontraréis otros amigos y compañeros de nuestra comunidad extendida, entre ellos Goteo, Loomio, Huertos Compartidos, el Open Value Network, y unMonastery. Creemos que, si todos nos beneficiamos de esta oportunidad de compartir nuestro trabajo y aprender mutuamente, ganaremos todos.
Cuando hackers y agricultores unen fuerzas
El fundador de la Fundación P2P, Michel Bauwens, nos sugirió que tradujéramos esta pieza corta: una entrevista con Philippe Langlois, en la que habla sobre el mundo de los “hackerspaces” y la aplicación de la mentalidad colaborativa del open-source (código abierto) a la solución de problemas en el medio rural.
Originalmente publicada en Transural Initiatives, una revista colaborativa sobre el mundo rural, y republicada en Bastamag, un medio independiente que se centra principalmente en temas sociales y medioambientales, las realidades que se exploran en esta entrevista son un buen ejemplo de lo que podemos conseguir cuando trabajamos juntos – ¡y lo bien que nos lo podemos pasar en el proceso!
Artistas, ingenieros, investigadores, hackers y agricultores nos preguntamos cómo se podían asociar las tecnologías digitales a la naturaleza, al patrimonio, a la agricultura. Nuestros hackerspaces urbanos, su filosofía y sus prácticas, se pueden trasladar perfectamente al medio rural.”
Sacan de su aislamiento a territorios azotados por la exclusión digital. Desarrollan redes de Internet autónomas en zonas montañosas, instalan paneles solares orgánicos o posibilitan la aparición de emisoras de radio locales por internet. Incluso pueden transformar abrevaderos abandonados en jacuzzis ecológicos. Los “hackerspaces”, espacios distendidos de creación y difusión de herramientas tecnológicas en pleno medio rural. Entrevista con Philippe Langlois, uno de los fundadores del primer hackerspace francés.
¿Podrías definir qué son los hackerspaces?
Philippe Langlois: Un hackerspace es un lugar físico autónomo que reúne a personas alrededor de proyectos relacionados con la tecnología. En los medios de comunicación se habla a menudo de los “perversos piratas informáticos”, pero los hackerspaces están lejos de ser algo así: simplemente somos personas que se re-apropian de la tecnología de manera distendida, independiente y creativa. El objetivo es crear por uno mismo herramientas reapropiables y replicables por todo el mundo, difundidas de manera libre y gratuita y que puedan ser modificadas o mejoradas.
Los hackerspaces nacieron en Alemania en los años 1990, pero no se desarrollaron de verdad hasta 2005. Hoy en día existen más de 500 alrededor del mundo y reúnen cerca de 40.000 personas: Gente que provenía de los entornos del open source y el software libre, 1 que ha trasladado su forma de hacer al mundo físico, democratizando esos conocimientos tecnológicos.
¿Qué proyectos surgen de los hackerspaces? ¿Cómo encajan en el contexto de vuestra relación con la tecnología?
Se han desarrollado proyectos sobre la autonomía energética, la cartografía participativa, el arte digital incluso sobre el reciclaje de plástico a nivel local o la descontaminación. Nuestra relación con la tecnología se centra alrededor de varias ideas. La primera de ellas es la de disfrutar creando, de manera positiva. Después está el hecho de que lo que hacemos no debe beneficiar solamente a un grupo limitado de personas, sino a todo el conjunto de la sociedad. Por último, no buscamos meternos en proyectos demasiado conceptuales: lo nuestro, ante todo, es “hacer”. En los hackerspaces encontramos una ética basada en la práctica, el bricolaje, el derecho a equivocarse, el todo sin dogmatismo.
¿Cómo han llegado los hackerspaces al medio rural?
En primer lugar, porque es difícil mantener un sitio así en la ciudad: es caro y para crear hacen falta espacios grandes a la vez que duraderos. Han tenido lugar eventos puntuales alrededor de hackerspaces (ver más abajo) como en Péone en los Alpes Marítimos en 2010: el objetivo, entre otros, era saber si podíamos crear un espacio 100% autónomo partiendo de cero en plena naturaleza. Varios de estos encuentros rurales efímeros terminaron por dar lugar a la creación de espacios permanentes, los “hackerlands”. Hay decenas de ellos en Francia, como el proyecto Vallée à Conques (Cher) o ZAP1 en Allier.
Artistas, ingenieros, investigadores, hackers y agricultores nos preguntamos cómo se podían asociar las tecnologías digitales a la naturaleza, al patrimonio, a la agricultura. Nuestros hackerspaces urbanos, su filosofía y sus prácticas, se pueden trasladar perfectamente al medio rural. Nos dimos cuenta de que mucha gente en el campo ya experimentaba con la tecnología digital o provenía de esa cultura en primer lugar.
¿Cómo se integran, a nivel local, los hackerlands? ¿Qué pueden aportar a los territorios rurales?
Los pueblos rurales a menudo son víctimas de abusos por parte de las oficinas de consultorías técnicas y las grandes empresas, que tienen intereses financieros. Ciertos hackerlands se presentan como alternativa a esas estructuras, convirtiéndose un poco en asesores locales sin ánimo de lucro. Responden a las necesidades del medio rural, particularmente al “des-aislamiento” digital, creando redes Internet independientes que funcionan en zonas de montaña aisladas, poniendo en marcha servidores democráticos, radios territoriales por internet, etc. Muchos de estos “hackerlands” trabajan en torno a prácticas agrícolas o energéticas. Son espacios abiertos donde se acoge sin prejuicios, de acuerdo con la filosofía del “hacer las cosas juntos”. Algunos crean módulos de autoconstrucción reproducibles, paneles solares orgánicos, invernaderos automatizados. ¡Incluso jacuzzis a partir de abrevaderos abandonados! A veces hay iniciativas más puntuales como proyectos de agroforestería, con la creación de sensores para analizar la actividad fúngica alrededor de los árboles. En resumen, podríamos definir estos lugares como laboratorios de investigación locales y abiertos.
“A Pado loup”, un hackerspace efímero en medio de las montañas
“Queremos animar a la gente a pasar a la acción, a hacer cosas que les permitan ser más autónomos… El desarrollo y la democratización del saber hacer tecnológico en el contexto rural era el objetivo principal de A Pado Loup”, explica Ursula Gastfall, una de las organizadoras de este festival autogestionado que tuvo lugar por primera vez del 12 al 22 de agosto de 2012 en Breuil (Alpes Marítimos). A más de 1500 metros de altitud, un centenar de personas de procedencias diversas (España, Bretaña, Nord-Pas-de-Calais, Canadá…) se reunieron para constituir este hackerspace rural y efímero, tras la solicitud de propuestas difundida por el hackerspace urbano “/tmp/lab/”, instalado en Vitry-sur-Seine (departamento Val-de-Marne).
En la aldea de Pado, cerca del pueblo de Beuill, los asistentes al festival debatieron e intercambiaron entre representaciones artísticas y talleres de electrónica y ecología experimental, animados por la cultura del “Do it Yourself” (Hazlo tú mismo). En el programa: fabricación de molinos de viento y hornos solares, investigación sobre la fermentación, construcción de impresoras 3D, creación de software libre, a la vez que conciertos, laboratorio de fotografía tradicional e iluminación… Todo esto en pleno corazón de las montañas alpinas.
“Si miramos la etimología de la palabra ‘hacker’, ésta significa ‘cortar madera’”, comenta Ursula Gastfall. “La autonomía se consigue buscando soluciones prácticas que respondan a nuestras necesidades en un contexto específico”. En Pado, no hay ni agua ni electricidad. Los asistentes al festival desarrollaron un sistema de recuperación del agua de la lluvia, que se filtraba antes de ser consumida; colocaron paneles solares conectados a baterías para alimentar los aparatos electrónicos del evento. “Espero que A Pado loup tenga retoños”, anhela Ursula Gastfall, “que haya más gente que se motive a organizar eventos en terrenos distintos, para dejar vía libre a la curiosidad y la inventiva de cada uno”.
1. El “open source” designa una práctica de elaboración de software en la que el código de base es accesible (pero no necesariamente de forma gratuita) y, por lo tanto, transformable. El movimiento del software libre promueve principios de libre acceso a la información, de mutualización o incluso de gratuidad.↩
Artículos traducidos por Travis O’Shea y editados por Mamen Martín y Rosana Fernández – Guerrilla Translation!
Propuestas recogidas por Mickaël Correia – Transrural Initiatives
Fuente de las imágenes.
Phyles and the new communalism
David de Ugarte & Carla Boserman
- Translated by Steve Herrick, edited by Jane Loes Lipton – Guerrilla Translation!
- Images by Carla Boserman. Lead image remixed from this original
- Originally published on Las Indias
An illustrated history of the biggest changes in our time: the globalization of the small and the reemergence of empowered communities.
At the beginning of the nineteenth century, most people were only identified by the real communities they were part of. An average European saw scarcely a hundred different faces in their whole life. The small, local, real community, with its barely-monetized agrarian economy, gave each person an identity that allowed him/her to understand who was who in the social system, and what role each one was playing in the production of everyone’s well-being. This is still the dominant identity in a good part of the rural world in developing countries.
But when the mercantile economy and the market, in larger settings, brought together production and consumption, a good part of the things that you consumed no longer came from your immediate surroundings; the result of your labor could travel hundreds, even thousands of kilometers, and tens of thousands of people already lived in cities. The old (real) identities no longer explained what we were for others, and what our work meant for them.
Towards the end of the seventeenth century, there appeared the seeds of what, two centuries later, would become the great imaginary identity of the industrial world: the nation. The nation had the new dimension of the state and the market, and allowed each one to imagine him/herself as part of the joint effort that kept afloat the economy in which they and their own real community lived. The world of nations was the world of the Industrial Revolution, but also that of the ascent of the large representative democracies and of nation-states. The world understood itself as a puzzle, as the sum of pieces, which were territories, states, and markets.
But at the end of the Eighties, the breakdown of the Eastern bloc and the collapse of the USSR changed the map of the world. The Western governments realized that, in reality, their businesses had symptoms that were alarmingly similar to those that led to the Soviet collapse. Part of the answer to the over-scale of their big businesses consisted of enlarging markets by reducing barriers to commerce. In 1993, the European Community became the European Union with the signature of the Maastricht Treaty, which consecrated market unity; in 1994, the free-trade agreement between the US, Mexico, and Canada was signed; and in 1995, the World Trade Organization was finally founded, after nearly 42 years of waiting and fruitless negotiations.
The greater freedom to purchase and sell anywhere the world, on principle, led big businesses to look for better and cheaper providers in developing nations.
Up until then, the key to Big Business had been integration — doing all the processes themselves — but little by little, value chains were broken: multinationals began to focus on design, technology and marketing, outsourcing production to smaller businesses scattered all over the world. The phenomenon is known as “breaking value chains.”
But in the ’90s, Internet use started to spread massively. The global network of information and communication started to look more and more like a distributed network.
The appearance of low-cost airline companies, and the drop in travel costs in general, accentuated this tendency even more.
In just a few years, the social impact was tremendous. In 1999, the anti-globalization movement appeared, bringing together and coordinating activists via the the Internet. This led to thousands of protesters from the five continents uniting in Seattle.
That same year, Ali Baba.com was born, a portal of small industries that soon passed 20 million businesses, which would become the best-known face of Chinese internationalization, letting the world know about thousands of new, low-cost products, from electronic book to the vuvuzela.
The unity of globalization and networks allowed the “small” (including both countries previously considered “underdeveloped,” as well as SMEs, or small-to-medium enterprises) to begin to play on a new global board, and in many cases, to displace what had been an overwhelming hegemony of multinationals and rich countries in the market. We went from globalization to “globalization of the small.”
But “globalization of the small” is not a phenomenon that is exclusive to the new emerging powers. In general, what is appearing are models of the direct economy. In reality, it’s just the effect on the market of the move to a world of distributed networks, where everyone can connect and trade with everyone else, wherever they are, without intermediaries.
But, what happens to identity in a world like this? How will it evolve? In the direct economy model, the market is global, and each everyday product brings together work done on different continents. This is how national identity begins suffering from the same problem that created it. It no longer provides a satisfactory explanation of what our work has to do with the welfare of our real community, a real community that also includes those transnational virtual communities we are part of and which we care about more and more. In that sense, the nation has become too small to fit us.
But, on the other hand, it’s also too big for us. In the end, what matters to us is the real community formed by our families, our surroundings and the people that we share conversation and learning with on the Internet. Real people that the Internet, on the one hand, and the crisis of imagined identities on the other, have put at the center of the way we understand the world.
But, what’s the alternative? Everyone knows and is part of conversational communities on the Internet, and that can give us a good clue. There are three big differences between the networks born of conversations on the Internet and those born of living or working in the same place. The first is a question of costs: the cost of leaving a virtual network is low, while that of leaving a city or a town is high.
The second is a question of choices: on the Internet, we form networks with those who interest us because the conversation interests us; however, it’s hard to choose the neighbors and workmates in the community one was born in.
The third has to do with distance: conversations on the Internet are delimited by languages that we each use, not by where the participants are. When virtual communities are formed, they share an identity of their own based on the conversation, context and knowledge that they develop. How could we not feel that virtual communities are liberating? We don’t remain in them because we feel obliged, or because the cost of leaving them scares us; we form them with those who interest us — their passports don’t matter. Only what you say and contribute counts.
However, virtual communities and identities have a large “but,” even if we compare them with the old, national “imagined identities.” By being based on conversations between people that don’t share an economy, it’s difficult for them to be “complete” identities, capable of explaining the relationship between who you are in the community, what you do for it, and the results of your work. And that…that is important for an identity.
But that doesn’t happen in the world of the direct economy. The movement started in the Nineties, in a relatively small world. Used to meeting and collaborating in a network, no small number of groups of developers began to set up businesses starting in community, maintaining their transnationality and even deciding not to have a central headquarters. This is how businesses that are famous today, like MySQL, 37 signals or Monty Program, were born.
Programming, consulting, digital publishing, graphic design, and in general all the services that can be commercialized directly via the the Internet, were the natural point of departure for these first experiments in transnational communities that begin to provide themselves with a direct economy. Today, we are seeing the birth of a whole sector of the industrial direct economy be born, but also networks global linked through productivity, from ecovillages to the first transnational cooperatives.
Being used to equality in conversation and to working in a network as peers, these transnational communities will naturally tend to experience forms of economic democracy, from cooperativism to networks of freelancers.
The result is an empowered, transnational real community with businesses organized according to the principle of economic democracy. The phyle.
That’s why phyles go far beyond the classic models born of the virtual world. Since the Nineties, the phyle has been the trend in many communities of different types, from millions of African Sufi Muridies, to conservative Christians movements like the Focolare movement, plus ecovillages, co-living, or the rebirth of the kibbutz. Community empowerment with democratic economies and transnational approaches is the key to a new communitarianism.
Why? In large part, because the traditional socially cohesive models were based on the centrality of the state or of large corporations. They are centralized models that made us depend on a single power for the basic sustenance of social cohesion.
But we must not forget that the whole story we’ve told is, for the world of big corporations, a true crisis of scales. In the 80s, neoliberal policies (securitization, financialization, social cuts) gave the first response from the state in favor of those large businesses. The ’90s bet on a model of globalization that, as we’ve seen, would turn against it with the globalization of the small. Financial deregulation and speculative financial models would provide the rest in the first decade of the new century… and the result was an unprecedented crisis, in which the State and businesses shed the “ballast” of social cohesion.
Social costs have been and will continue to be enormous, generating unheard-of increases in social and regional inequality.
That’s why community and cooperative models are returning, models based on democratic criteria, which take full advantage of the experience of transition towards models that point toward a P2P mode of production…
…but also — and this is why phyles are so important in the debate — starting from a transnational logic that goes beyond solidarity and local development models.
Because, the reality is that we’re not in a battle between an old world (of nations and big businesses) and a new world (communal and transnational at the same time), but rather, we are facing the decomposition of the old world. That is why the vacuums of social cohesion are immediately occupied, on a transnational scale, in violent, criminal ways, from global Big Gangs to cartels, or Al Qaeda.
This is how the whole “new communalism,” from P2P talks to debates about the FLOK Society, including the new North American cooperativism, mutualism, or the movement of the ecological economy, represent the attempt to contribute non-universalist global solutions that are not based on imagined and abstract identities, but rather on real communities, through the development of community economies capable of sustaining well-being in a network. Resistance by the old powers to the globalization of the small and the vibrant freedom of distributed networks has left us a dramatic panorama of globalized decomposition. Within this map of reasons for pessimism, we find hope where postmodernism resists decomposition, along with the reemergence of real human community and the decline of universalism. They are more than good news: they are the foundation of a new world, and certainly, of a variety of worthwhile futures.
Guerrilla Translation/Related Posts:
The Future Now/ David de Ugarte
Towards a Material Commons/ Michel Bauwens Dmytri Kleiner John Restakis
The Path to the RealWorld™/ @Ciudadano_Zer0
When hackers and farmers join forces
P2P Foundation founder Michel Bauwens suggested this short piece for translation: an interview with Philippe Langlois, in which he discusses the world of hackerspaces and the physical application of the open-source, collaborative mentality, applied to practical problem-solving in rural settings.
Originally published in Transrural Initiatives – a collaborative magazine on the rural world – and republished in Bastamag – an independent media site that focuses on social and environmental issues – the realities this interview explores are a good example of what we can accomplish when we work together – and how much fun we can have in the process!
As artists, engineers, researchers, hackers and farmers we all asked ourselves how digital technologies could be merged with nature, heritage and agriculture. Our urban hackerspaces, including their philosophy and practices, can be seamlessly transposed onto rural areas.”
They open up areas struck by digital exclusion. They develop autonomous Internet networks in mountainous areas, install organic solar panels and let local Internet radio emerge. They can even transform abandoned water troughs into eco-jacuzzis. “Hackerspaces,” user-friendly spaces where technological tools are crafted, are spreading throughout the rural environment. Interview with Philippe Langlois, one of the founding members of the first French hackerspace.
Could you define what hackerspaces are?
Philippe Langlois: A hackerspace is a physical, autonomous place where people gather around tech-related projects. We often hear about “the evil computer pirates” in the media, but hackerspaces have nothing to do with any of that: we’re simply people who reclaim technology in a cheerful, independent and creative way. The goal is to create tools that can be reappropriated and replicated by everyone, freely distributed, and which can be modified and improved upon.
Hackerspaces originated in Germany in the 1990s, but didn’t truly develop until 2005. Since then, more than 500 have appeared throughout the world, bringing together nearly 40,000 people. These are people who originally came from the world of open source and free software 1 and transposed their methods onto the physical world, while making their technological know-how accessible.
What kind of projects do you work on? How do they fit into your broader relationship with technology?
There are projects dealing with energy self-sufficiency, collaborative mapping and digital art, as well as local plastic recycling or even site cleanup. Our relationship with technology revolves around several ideas, the first of which is to enjoy the positive process of creation. The second one is the belief that what we create shouldn’t only benefit a restricted group of people, but rather the whole of society. Finally, we don’t want to embark on overly conceptual projects: we are, above all, about doing things. The ethics that can be found in hackerspaces are based on practice, tinkering, the right to be wrong, and an all-encompassing, non-dogmatic approach.
How did hackerspaces end up in rural areas?
First of all, because it’s hard to maintain such places in the city: it’s expensive, and one needs big and stable spaces to create in. In 2010, there were some one-off events in hackerspaces (see below) like Péone in the Alpes-Maritimes, for instance. The goal, among others, was to find out whether we could create a 100% autonomous space out of nothing, in a totally natural setting. Several of these ephemeral rural gatherings ended up leading to the creation of permanent sites – “hackerlands”. There are dozens of them in France, such as the Vallé à Conques project (in Cher) or ZAP1 in Allier.
As artists, engineers, researchers, hackers and farmers we all asked ourselves how digital technologies could be merged with nature, heritage and agriculture. Our urban hackerspaces, including their philosophy and practices, can be seamlessly transposed onto rural areas. We realized that many people living in the countryside either already fiddle with digital technology, or came from that culture in the first place.
How do these hackerspaces integrate on a local level? What can they contribute to rural areas?
Rural towns often suffer abuses motivated by engineering consultancies and large corporations’ financial interests. Certain hackerlands arise as an alternative to these structures, turning into local, non-profit consultants of sorts. They meet some of the rural area’s needs – particularly digital de-isolation – by creating independent Internet networks that work in mountainous or isolated areas, setting up local, democratic servers, regional Internet radios, etc. Many of these hackerlands work on agricultural or energetic practices. They’re open spaces, where one is welcomed with no prejudice, in the spirit of working together. Some of them create reproducible, self-building modules, organic solar panels, automated greenhouses. Even jacuzzis from abandoned water troughs! Sometimes there are more temporary initiatives like experiments in agroforestry, for which sensors are built that analyse fungal activity around trees. In short, we could define these places as open, local research labs.
“A Pado loup,” an ephemeral hackerspace amidst the mountains.
Mathilde Leriche: “We want to encourage people to take action, to do things that make them more self-sufficient…A Pado Loup’s main goal was the development and democratisation of technological know-how in a rural setting”, explains Ursula Gastfall, one of the organisers of this self-managed festival, which took place for the first time from the 12th to the 22nd of August 2012, in Breuil (Alpes-Maritimes). At more than 1,500 metres above sea level, around a hundred people from various origins (Spain, Brittany, Nord-Pas-de-Calais, Canada…) gathered to set up this rural, ephemeral hackerspace, after a call for proposals was broadcasted by the urban hackerspace “/tmp/lab/” in Vitry-sur-Seine (in the department of Val-de-Marne).
In the hamlet of Pado, near the village of Beuil, festival-goers swapped and discussed amidst artistic performances and workshops on electronics and experimental ecology, inspirited by the “Do It Yourself” culture. On the event’s program: building wind turbines, solar ovens and 3D printers, making free software and doing research on fermentation, as well as concerts and lighting and analog photography laboratories…all of this, right in the heart of the Alpine mountains.
“If we take a look at the etymology of the word ‘hacker’, it refers to hacking wood”, comments Ursula Gastfall. “Being self-sufficient means looking for practical solutions that meet our needs in a specific context”. In Pado, there is no water or electricity. Festival-goers put together a rain-water collection system that filtered the water before consumption, and set up solar panels – wired to batteries – to supply the electricity to the electronic equipment used for the event. “I hope that A Pado Loup will have offspring”, wishes Ursula Gastfall, “and that others will be motivated to organize events on different kinds of terrains, a challenge that will bring out the creativity and inventiveness in everyone involved”.
1. Open source designates a software development practice whereby the basic code is accessible (but not necessarily free) and therefore transformable. The free software movement promotes principles such as free access to information, mutualisation or keeping things free (of charge).↩
Articles translated by Travis Shearer and edited by Jane Loes Lipton – Guerrilla Translation!
Proposals collected by Mickaël Correia – Transrural Initiatives
Image sources
This translation has also been published in:
Guerrilla Translation/Related:
Towards a Material Commons/ Michel Bauwens Dmytri Kleiner John Restakis
#GlobalP2P, The Wind that Shook the Net/ Bernardo Gutiérrez
De ciudades colaborativas a un mundo colaborativo
Presentamos un texto de Adam Parsons, autor británico y editor de la página web Sharing the World’s Resources (Compartiendo los recursos del mundo). Parsons da buena cuenta de las distintas corrientes englobadas bajo el apelativo de “Economía/consumo colaborativo”, tanto las más entusiastas como las más críticas. Es una postura con la que nos sentimos identificados en Guerrilla Translation: pasar de un paradigma competitivo a uno colaborativo nos parece esencial, pero creemos que ese espíritu colaborativo se tiene que extender y calar en todos los aspectos de la economía, no sólo en el ámbito de la producción y la mutualidad de recursos, sino como parte del propio tejido empresarial. Parsons va más allá y propone extender lo mejor de estas prácticas al ámbito social y a lo largo del planeta para crear, en sus palabras: “…un auténtico revulsivo para que todas las naciones del mundo empezaran a compartir de forma masiva e inclusiva, tanto a nivel nacional como transnacional.”
Una red de ciudades asimiladas dentro de la economía colaborativa podría ser el germen de una red de regiones colaborativas y, con el tiempo, de naciones colaborativas y así sucesivamente hasta llegar a un planeta colaborativo. Esta red global de economía colaborativa propiciaría un cambio de paradigma absoluto y cambiaría las reglas del juego, tanto para la humanidad como para el planeta. Bajo esta perspectiva, nos corresponde a todos investigar el potencial del movimiento colaborativo de efectuar una transformación social y económica lo suficientemente poderosa como para afrontar los retos del siglo XXI.”
Ahora que la economía colaborativa recibe cada vez más atención pública y mediática, empieza a surgir un valioso debate sobre su importancia general y la dirección que tomará en el futuro. Como paradigma emergente, no cabe duda de que el acto de compartir recursos crecerá y se transformará en los años venideros, especialmente dentro del contexto actual de recesión económica de carácter continuado, austeridad gubernamental y preocupaciones medioambientales. Prácticamente todo el mundo reconoce que se necesitan cambios drásticos en esta época de economías colapsadas en un planeta saturado. La vieja idea del sueño americano deja de ser factible en un mundo de afluencia creciente y donde se barajan previsiones de una población mundial de 9.600 millones de personas de aquí al 2050.
Por eso son cada vez más las personas que rechazan las actitudes materialistas que definieron las últimas décadas y que gradualmente se aproximan a una manera distinta de vivir basada en la conexión y el compartir, en vez de la propiedad y el consumo desmesurado. “Compartir más y ser dueño de menos” es la ética que subyace en un cambio discernible en las actitudes de las sociedades más prósperas, un cambio liderado por una generación joven, familiarizada con la tecnología, conocida como la “generación Y” o los milenarios.
Aun así, muchos pioneros de la cultura colaborativa también se plantean una visión expandida del potencial del movimiento en relación a los problemas más urgentes del planeta, como el crecimiento de población, la degradación medioambiental y la seguridad alimentaria. Ryan Gourley, de A2Share, argumenta que una red de ciudades asimiladas dentro de la economía colaborativa podría ser el germen de una red de regiones colaborativas y, con el tiempo, de naciones colaborativas y así sucesivamente hasta llegar a un planeta colaborativo: “Una red global de economía colaborativa propiciaría un cambio de paradigma absoluto y cambiaría las reglas del juego, tanto para la humanidad como para el planeta.” Bajo esta perspectiva, nos corresponde a todos investigar el potencial del movimiento colaborativo de efectuar una transformación social y económica lo suficientemente poderosa como para afrontar los retos del siglo XXI.
Las dos caras del debate sobre la colaboración
Poco puede argumentarse en contra de los aspectos beneficiosos de compartir recursos entre comunidades o municipios, pero ha surgido cierta controversia en torno a una visión más amplia del movimiento de la economía colaborativa y su papel a la hora de construir un mundo justo y sostenible. Muchos defensores del incipiente paradigma de colaboración económica en la urbe moderna mantienen que esta economía va más allá del couch-surfing, de compartir coches o de las bibliotecas de herramientas y que podría potencialmente trastocar los fundamentos individualistas y materialistas del capitalismo.
Otros proponentes ven la economía colaborativa como un primer paso crítico para allanar el camino hacia una prosperidad universal y respetuosa con los límites naturales de la tierra y para facilitar la transición hacia economías más locales y sociedades más igualitarias. Pero también hay mucha gente que ni siquiera se plantea si participar en la economía colaborativa —dentro de sus parámetros y prácticas actuales— constituye un acto político realmente capaz de hacer frente a la economía consumista actual y su cultura del individualismo. Varios comentaristas argumentan que la proliferación de nuevas iniciativas aglutinadas bajo el paraguas de “lo colaborativo” no representan nada más que “una continuación de la adaptación perpetua de los mecanismos de oferta y la demanda a nuevas tecnologías y nuevas oportunidades” y que la “economía colaborativa” como tal se ha convertido en un foco de atracción para intereses comerciales –un debate que adquirió aún más relevancia cuando Avis, la multinacional de alquiler de coches, compró Zipcar, empresa pionera en el sector de compartir vehículos.
En su columna para el Financial Times, el autor Evegeny Morozov ha llegado incluso a decir que la economía colaborativa tiene un efecto dañino sobre las condiciones de trabajo básicas y la igualdad, dado que se adecúa perfectamente a la lógica mercado, dista mucho de favorecer las relaciones humanas por encima de los ingresos, e incluso incrementa los peores excesos del modelo económico dominante.
Compartir como un camino para el cambio sistémico
Aunque reconciliar estas perspectivas polarizadas sería una tarea imposible, sigue habiendo buenos motivos para plantearse la dirección que tomará el nuevo movimiento colaborativo en los años venideros. Tal y como reconocen algunas de las mayores partidarias de la economía colaborativa, como Janelle Orsi y Juliet Schor, el movimiento ofrece tanto motivos para ser optimistas como una serie de obstáculos y preocupaciones. Por una parte, es sintomático de un cambio creciente en nuestros valores e identidades sociales que se ve reflejado en la transición de “consumidores” a “ciudadanos”. Por otra, nos ayuda a replantear nuestras nociones de propiedad y prosperidad en un mundo de recursos limitados, niveles escandalosos de desperdicios y enormes desigualdades económicas.
Igualmente, los críticos tienen todo el derecho a cuestionar si la economía colaborativa, tal y como la conocemos hoy en día, supone un reto a la injusticia de las estructuras de poder existentes, o si engendrará un movimiento ciudadano capaz de propulsar los cambios radicales que necesitamos para construir un mundo digno. En vez de reorientar la economía hacia una mayor igualdad y mejor calidad de vida, tal y como proponen autores como Richard Wilkinson, Herman Daly, Tim Jackson, o Andrew Simms, cabe considerar que muchas de las dinámicas colaborativas existentes —y gestionadas mediante redes P2P— corren el riesgo de caer presas de prácticas comerciales convencionales.
No se trata de un resultado inevitable, pero, mientras no promovamos la colaboración económica dentro de un contexto de derechos humanos, de lucha contra la desigualdad, de democracia, de justicia social y de cuidado del medio ambiente, todo pronunciamiento sobre el potencial paradigmático del movimiento colaborativo para solventar las crisis interrelacionadas que afectan al planeta carece de substancia.
De compartir localmente a hacerlo globalmente
Un planteamiento de lo colaborativo bajo el criterio de la sostenibilidad social, tal y como proponen muchos individuos o grupos como Shareable, supondría un auténtico revulsivo para que todas las naciones del mundo empezaran a compartir de forma masiva e inclusiva, tanto a nivel nacional como transnacional. Serviría para incrementar la igualdad, reconstruir comunidades, mejorar el bienestar, democratizar la gobernanza nacional y global, defender y promover el procomún global e incluso allanar el camino hacia estructuras internacionales más cooperativas que reemplazaran el paradigma actual de globalización neoliberal competitiva.
Aún no hemos llegado ahí, por supuesto, y es evidente que la acepción común de “colaboración económica” que conocemos hoy en día está primordialmente enfocada sobre dinámicas personales de dar y recibir entre individuos, o a través de plataformas comerciales online. Pero, el mero hecho de que la conversación se haya ampliado para incluir el papel de los gobiernos nacionales en cuestiones como compartir infraestructuras públicas, poder político y recursos económicos, representa un indicativo esperanzador de que el incipiente movimiento colaborativose mueve en la dirección adecuada.
También hay quien se plantea cuáles serían las implicaciones de una política de compartir recursos en países menos desarrollados y con altos índices de pobreza, y si el resurgimiento de la colaboración económica en países desarrollados, y a nivel global, puede suponer una solución ante la convergencia de crisis que nos afectan. Quizás, de aquí a un tiempo, el concepto de colaboración económica a escala global –impulsado por la conciencia de una inminente catástrofe ecológica, por los extremos en desigualdad y la mortalidad que provocan, y o por la intensificación de los conflictos en torno a los recursos naturales– sean el tema de conversación más habitual en cada reunión de amigos o dentro del propio entorno familiar.
Artículo traducido por Stacco Troncoso y editado por Rosana Fdez y Mamen Martín – Guerrilla Translation! Texto original, pubicado en Shareable
Imágenes de Free Grunge Textures, Oxfam East Africa / Foter y epSos.de / Foter
Integral Revolution
Michel Bauwens of the P2P Foundation, Neal Gorenflo of Shareable, and author John Restakis interview Catalan Integral Cooperative’s Enric Duran
- Answers translated by Stacco Troncoso, text edited by Jane Loes Lipton – Guerrilla Translation!
- Images by Lisa Furness and the CIC
- Read this interview in Spanish here.
In this interview, Neal Gorenflo (founder, Shareable), Michel Bauwens (founder, P2P Foundation), and John Restakis (author, “Humanizing the Economy”) speak with Enric Duran. Duran is a Catalan anti-capitalist activist, perhaps best known for his well-publicized act of “financial civil disobedience” announced on September 17, 2008, in which he described his having attained roughly half a million Euros in bank loans and subsequently distributing these funds to support anti-capitalist activist movements. As it was never his intention to pay these debts but instead to stir debate about the unfair legal advantages afforded to the powerful financial elite, he was soon labeled “Robin Banks”, and faced with a lengthy prison sentence. The resulting legal actions and his subsequent seclusion have left him living virtually underground, although he maintains selective contact and has stated that he may return, contingent on a variety of factors. Despite his precarious legal status, his work continues undiminished in the Catalan Integral Cooperative (CIC), which describes itself as a “transitional initiative for social transformation from below, through self-management, self-organization and networking”. Here is Enric Duran talking about his work and life.
INTRODUCTION: ENRIC DURAN AND THE CATALAN INTEGRAL COOPERATIVE
Michel Bauwens: How did you evolve from your activist Robin Hood interventions to the constructive plans for the CIC, and what are your current aims?
In fact, when I started to plan the action to expropriate the banks (in 2005), I already had the primary objective of promoting the creation of a social alternative based on cooperation and self-management. I had been planning its development since 2002, and in 2003, I took a first shot at it through Infoespai. At that time I didn’t know what we would call this alternative construction, nor what form it would take. I was, however, very clear that my disobedience action would serve to draw strength, in every sense of the word, to create something, much like what CIC is nowadays.
In 2006, we took inspiration from the de-growth movement in generating a grassroots construction process. Towards the end of 2008, that design process culminated in the concretion of our idea of what an integral cooperative would look like. Finally, the CIC was established in May 2010.
Right now, I’m still totally involved in the development of the CIC, and in trying to extend the ideas and practices of integral revolution around the world.
Neal Gorenflo: How did your consciousness change as a result of your famous action and all the public attention that followed? What did you learn and how does that inform what you do today?
My consciousness developed bit by bit with each experience, once I decided to dedicate my life to social activism in 1998. On a personal level, the public repercussions of the action made me feel more responsible and assertive towards what was still to come. It probably gave me the necessary determination to do everything I had to, in order to make the CIC a reality.
Although I’ve never been a fearful or cautious person when it comes to big challenges, the success of the action made me even more daring and decisive about what was to come.
When I started to plan the action to expropriate the banks (in 2005), I already had the primary objective of promoting the creation of a social alternative based on cooperation and self-management. I was very clear that my disobedience action would serve to draw strength, in every sense of the word, to create something, much like what CIC is nowadays.”
MB: What is your legal status, and how do you see your life in the next few years? What would happen to CIC if you were to be jailed?
Right now I have been declared a fugitive by the Spanish state, after not presenting myself in court for the trial in which they wanted to sentence me to eight years in prison. I’ve been living underground since February 2013, although I plan to emerge when we’re ready to assume the risks that this would entail.
This situation has had no effect on my full commitment to the CIC process, both at the coordination level as well as in the various working groups and several key projects.
In any case, the CIC is fully prepared to keep on going, whether I’m there or not. There are nearly 200 people highly involved in the global CIC process, and, although you can tell if someone’s missing, no one is indispensable – not even me.
PART 1: CIC IN THE PRESENT – LOCALLY AND GLOBALLY
MB: What are the peculiarities of the CIC approach in terms of governance and ownership models, and what exactly do you mean by ‘integral’?
In Spanish, “integral” means holistic, complete. That is to say, it concerns every single facet of life, and that’s what it means to us.
The CIC’s objective is to generate a self-managed free society outside law, State control, and the rules of the capitalist market.
In this sense, it’s a model for transition more than a model for society, wherein we progressively construct practices and take decisions that move us away from our starting point within the system, and towards the world we want to live in.
The governance model includes two types of general assembly: a monthly assembly on one topic we’re exploring to further our development, and a permanent assembly with an open agenda in which anyone can contribute. Those are every 15 days, so, one of every two assemblies is held within the framework of the general day of assembly.
The CIC’s objective is to generate a self-managed free society outside law, State control, and the rules of the capitalist market. In this sense, it’s a model for transition more than a model for society, wherein we progressively construct practices and take decisions that move us away from our starting point within the system, and towards the world we want to live in. In our view, what we’re doing is activism, an activism for the construction of alternatives to capitalism.”
Otherwise, our governance model is based on the decentralization of the entire organization, while at the same time striving to reinforce the empowerment of every local node, so that they can develop their own integral self-management. We also fully support the self-governance of each autonomous project (be they community, productive projects, health nodes, etc.), so they can self-organize by assembly and hold internal sovereignty for their projects, within the general common framework of the CIC.
In terms of ownership, the collectivization of resources to generate common goods is one of our lines of action. We encourage developing common properties for the whole CIC, which are managed by a sovereign assembly for every project.
Private property is one of the ways in which you can protect property, but it’s not the only one. We promote forms of communal property and of cooperative property as formulas that, to us, seem to enhance the self-management and self-organization of individuals, and which provide a great deal of strength to overcome the state and the capitalist system, as opposed to if we just defended private property. Our reasons for defending a certain type of property are always directly related to its use. We are against situations like multiple owners making profits from abusive rental contracts, while having no interest in the actual use of their land.
One of our counter-economic strategies is the collectivization of lands by means of cooperative purchase, or by donation from the individual owners. For this, we use what we call a “Patrimonial Cooperative”, which has no economic activity whatsoever, so the state has absolutely no reason to attack it with fines.
John Restakis: The decision making process, while embodying principles of direct democracy, decentralization and egalitarianism, sounds cumbersome and time consuming. How much time is required for people to take part in the permanent assemblies and for how long is it anticipated this process can last? Has participation fallen off over time?
Between the permanent assemblies and the monthly single-topic assemblies, we’d say that we spend around 16 to 20 hours a month in the big groups, while in the small groups it’s usually a lot more.
I think we’re quite satisfied with our decision-making process. Its level of participation has held up rather well over the years and, in fact, there’s even more participation now. Presently there are, on average, 50 in-person participants per assembly, while some of us participate remotely.
At the same time, the quality of the agreements is a great success, and there hasn’t been any major decision-making conflict in all these years.
Given that the majority of participants choose to take part in a project or in one concrete area of the CIC, but not of the whole, the number of participants in the assemblies doesn’t grow as much as the number of participants in some aspects of the CIC, and this number in the thousands. We also use a number of communication tools, like social networks and our mailing lists, which allow many people to contribute to the aspects they’re interested in, even if they themselves may not be physically present at the assemblies.
MB: What is the relation between the CIC and its subsidiary projects like Calafou, etc? Can you describe for us the extent of the CIC network?
Between individuals and collectives, there are some 300 productive projects, 30 local nodes and eco-networks, about 15 communal living projects, roughly 1700 individual members and collectives. And, as I said before, although it’s difficult to quantify there are several thousand participants, probably around 4000-5000 in total.
Regarding their relationship to the CIC there are three types of projects: autonomous, PAICs and public projects. I think it’s important to clarify what we mean by PAIC, these are autonomous projects based on collective initiative. What this means is that while their functioning is, in practice, autonomous and based on a sovereign assembly, there’s an ongoing reciprocity within the CIC, as the efforts taken by the whole are key to making these PAICs possible, allocating various kinds of resources to make them a reality. PAICs normally also respond to the strategic objectives of the CIC itself.
Calafou is one of CIC’s PAICS, and, at the same time, one of its most emblematic projects.
MB: Does the CIC have any international plans? What is the link between constructing an alternative, activism, and the construction of social movements?
In our view, what we’re doing is activism, an activism for the construction of alternatives to capitalism.
Since its beginnings, the CIC has been actively promoting the creation of integral co-ops worldwide, facilitating this with all the information we’ve accumulated and welcoming visitors from a wide variety of places.
At the beginning of 2013, the call to integral revolution was made public. The group promoting it is, in part, composed of members of the CIC.
In the last few months we’ve also been working on Radi.ms, a collective as well as a means of digital communication. This was launched by people connected with the CIC, in order to create a window on the worldwide integral revolution.
Our commitment to the planetary expansion of our ideas and practices will expand as much as we’re able to devote ourselves to it. Now, in 2014, we’ve set up a work group which has this objective as one of its priorities.
This work group, called “extension of the integral revolution and entanglement without Borders” would also manage relations with other social movements in our realm.
Until now we’ve had only sporadic involvement outside our usual practices, as was the case with the 15-M movement, but we hope that as we gather more strength, we can establish more stable links with other social/grassroots movements.
PART II: CIC IN THE PRESENT – ECONOMY
JR: How is the social market succeeding? What is the relation of the LETS system to it? How are the social market exchanges valuated, and is there a non-monetary mechanism to assign and track value? How is this working? What are its weaknesses, if any?
The question of local exchanges and alternative currencies has been central in the movement to build economic alternatives, even before the CIC was created. There are some 20 community currencies in circulation linked to the ecoxarxas, which are bioregional counterparts to the CIC.
Our social currency system, normally called “eco”, uses the community exchange system (or CES) for software. It has the same basic characteristics as a LETS system, adding the possibility to expand or contract currency creation by means of public accounts and dependent on assembly decisions.
We’ve basically agreed on the maximum hourly value of work done for the commons – around five monetary units per hour – but generally, in these internal markets, prices are freely assigned and the participants themselves suggest or model good collective practices.
Bitcoin’s current implementation, and that of the majority of crypto currencies, generates important social differences based on their buying capacity and the control of the means of production. So, while it’s innovative as far as freedom is concerned, it’s not at the social level. But, on its own, it could uphold the status quo, by potentially attracting the most technically able among the privileged class.”
We put non-monetary mechanisms into practice in spheres of community and affinity. Our most important innovations in this area have to do with the way we obtain the basic necessities from the market. Especially within healthcare and education, we are practising mutual, pooled systems. This means that to cover project expenses, every participant contributes according to their own economic means. This may take the form of spontaneous donations, or instead may be based on a table which takes into account both amount of income and number of dependents.
On the other hand, as far as access to food is concerned, we have a structure built around CAC (Catalonian provisioning centre) and the “pantries”, which are local supply spaces. Each of these interacts with farmers and food producers in their local area. Together, they guarantee equitable food distribution for the entire territory.
These diverse actions are supported by a second community currency we call “eco-basics”. It differs from the “eco” in that whatever currency is left at the end of the month cannot be accumulated; in other words, it can’t be added to whatever you get for the following month. This currency provides access to food, housing, and other expenses for basic necessities, according to each participant’s situation.
Another thing I’d like to mention is that we expect to launch various strategies this year, related to the development of the internal market among CAC members. We hope that this will lead to a more autonomous and resilient economic system. There are several key aspects that we haven’t been able to fully explore until recently.
JR: In the quote: “…we need to empower ourselves and pass to a co-operativist form of welfare, outdo the desired welfare state with one that relies on mutual help. The state wants us weak and helpless, we stand for cooperating in autonomy, deciding collectively on our material and non-material needs” and in other references, CIC seems to consider the state as unsalvageable and a necessary enemy of the public good. Social welfare is to be the responsibility of community-level trust mechanisms of mutual aid. However, what if one region or community is able to create these systems, and another is not? What is the mechanism that is responsible for the diffusion of social welfare as a public good in such a decentralized and communitarian model? Is the state not necessary for this?
We understand that the current political system – what they call democracy but which is actually dominated by small political and economic oligarchies – is antiquated. Trying to reform it won’t help us get to a society based on the common good.
Additionally, we hold that the nation-state model, with exclusive control of territory by means of an exclusionary political system based on an obligatory nationality, is becoming obsolete and is being surpassed and replaced by technological tools, which allow us to communicate, do business and create economic activities anywhere in the world.
New forms of voluntary organization based on the values and principles held by the participants must come to the forefront.
In any case, we accept that the state is better than nothing at all for those who don’t want, or know how, to self organize at a community and mutual aid level. Accordingly, we don’t do anything to destroy the state. We simply practice disobedience, in ways that are integral with our practices.
I’ve been living underground since February 2013, although I plan to emerge when we’re ready to assume the risks that this would entail. Right now, I’m still totally involved in the development of the CIC, and in trying to extend the ideas and practices of integral revolution around the world.”
What we’re concentrating on now is on putting into practice our conscious and open decision to self-organize apart from the state, and in making good on our sovereign right to do so without any economic or state power having the right to impede.
We understand that the best thing we can do is to make an example of our strategies for self-organization, so that a lot more people, whether it’s with this organizational model or with others yet to be created, can eventually feel and live from a place in which the state is seen as an unnecessary imposition on their lives.
JR: How does CIC interpret its political role? Is this focused entirely on constructing an alternative economy on the ground or does the political work also entail an agenda to change public policy? Is the mainstream political process of any use or is that to be rejected?
The CIC’s political role in constructing an alternative society is fundamental, but just as fundamental is to make this type of practice a political trend to be extended planet-wide. We call this an “integral revolution”, and we understand it as an across-the-board change at all levels of life, be they political, social, economic, cultural and personal, among others. We think that that is the prime responsibility for the CIC at the political level. With this in mind, our actions in relation to like-minded social movements is geared towards supporting them in their empowerment to generate emancipating, self-managing, empowering practices that go beyond merely making demands of the state.
If we decide to take any action directed toward pressuring the state, it will be strategically chosen to protect constructive projects and the people involved in them. Or, as was the case during the 15 movement, to generate consciousness and a constructive vision to people and groups involved in change-making processes.
In this regard, we can’t accept that the word “public” should be thought of as synonymous with the state, so we reappropriated this word to use in relation to everything having to do with the Commons and the fulfillment of people’s basic needs.
As far as media is concerned, above all we strive to strengthen our own means of communication and those of like-minded initiatives, as well as the related social networks. But we’ve also made a tactical decision of not refusing contact with the mass media, as long as we feel that it will be useful in getting the message out to more people.
JR: How do you prevent free riding or opportunism? Has this been an issue at the territorial level and the community economy?
As a starting point, we’re learning to treat human beings in all their dimensions, listening to each other and trying to comprehend one another in our varied behaviours. This is to say that we understand that people who may seem to be self-serving are also human beings deserving of respect and possibly in need of support.
With that in mind, we think that there was more opportunism at the beginning, when we didn’t know each other as well and there were more opportunities for mistrust to develop. As time has gone by, this is something that has been confined to its proper place, that of conflicts between people at the level of both life-space and work-space.
As the CIC generates more resources to redistribute, we can dedicate part of them to help people with their needs and with their human relations. As of now, we’re working with three levels of support: one intended for individuals with problems in any aspect of life, another for mediation within the workspace, and a third for mediation and support within communities.
MB: Do you see a convergence between the CIC approach, and the emerging p2p/commons orientations of other movements? How do you see CIC relates to the concept of commons-based peer production?
We’re more than sympathetic towards P2P movements. In fact, these values are incorporated into our organisational model, although they may appear under different names and intertwined with other organisational practices.
Commons-oriented peer production has proven to be highly successful in initiatives such as LINUX, Wikipedia and many others. We feel we’re part of this, and it has inspired many of our approaches.
It’s clearly the best method for producing collective knowledge and information, as it combines functionality and participation without hierarchy, often without a central node. The most complex thing to be dealt with is determining the level to which we can take absolute decentralization. I’m not just referring to data exchange and content creation, but to the organization of our entire society and governance model.
I’ve had debates with my peers, some beginning more than 10 years ago, about how to translate the organizational methods which with LINUX was created to other areas of social organization. This was one among all of the elements that informed the final creation of the CIC.
For example, the referenced article about P2P governance quotes Mayo Fuster, one of our friends and peers with whom we were having these debates at that time.
We have to discern and determine when the scale of P2P collaboration is global and therefore unrelated to the organisational forms affecting of daily life, and when this collaboration is local and thus the handling of day-to-day living in all its aspects becomes a central part of the discussion.
I think that the CIC experience can contribute a lot to the peer collaboration culture at a local scale.
At that level I believe that any P2P-based commercial or production perspective can take into account that, amongst all free options, there’s the option of associating with other human beings to construct the community. Otherwise, P2P would lead to totalitarian individualism, in the sense that it would create forms of social organization that would only gratify those people who prioritize their output based on individual decisions, and who do well this way. This will be the case with people who need the collective to find a function and feel fulfillment.
The question of local exchanges and alternative currencies has been central in the movement to build economic alternatives, even before the CIC was created. There are some 20 community currencies in circulation linked to the ecoxarxas, which are bioregional counterparts to the CIC. We put non-monetary mechanisms into practice in spheres of community and affinity.”
Therefore, an ideological perspective which defends liberty amongst peers must always foresee that, as part of that individual liberty, there exists the possibility of creating voluntary associations for anything that we humans are capable of collaborating in, as well as the freedom of organizing as a community and doing so outside the state, etc.
I think a social movement with the Commons as one of its primary objectives has the responsibility of generating forms of self-management capable of incorporating every person within a community, including the most disadvantaged and the weakest (children, the elderly and the sick).
Therefore, the most proactive P2P orientation has to complement common spaces from which resources can be redistributed, so they reach all people.
It could be that, up till now, a good part of the P2P movement has considered this from a theoretical point of view, but hasn’t been able to delve into it given the lack of practical examples that are working at every level to be able to forego the state.
So, what we’re trying to generate with the integral cooperative model could be a very interesting practical framework for debates related to commons-based P2P governance.
PART III: FUTURE PROJECTIONS
NG: What lengths are you going to in documenting the development and design of CIC? How can we follow along?
We have a wealth of material documenting our experience.
We’ve carried out several training courses within our integral cooperative, as well as others, to help other integral co-ops. This has been very useful in generating abundant documentation and materials that are consistently updated after every event.
The biggest disadvantage could be that many of them are only available in Catalan and Spanish, although we’re working on translating an ever-increasing amount of materials into several languages. Our webpage, for example, has been available in English and Italian since a few months ago.
We also have a number of documentaries underway which will be subtitled in several languages.
In any case, the most reliable source of continuous information for the CIC is our webpage, starting with the Spanish site, which has the most updates, followed by the English, which features part of those updates.
PART IV: CRYPTO-CURRENCIES, CAPITALISM AND THE NEXT 20 YEARS
MB: What is your opinion on Bitcoin?
The technology behind the blockchain, on top of the concept of a decentralized P2P currency, represents a great leap forward on the road to decentralization of power, and we think it holds the power to make the current banking and financial systems obsolete.
On the other hand, Bitcoin’s current implementation, and that of the majority of crypto currencies, generates important social differences based on their buying capacity and the control of the means of production. So, while it’s innovative as far as freedom is concerned, it’s not at the social level. But, on its own, it could uphold the status quo, by potentially attracting the most technically able among the privileged class.
Even so, these cryptocurrencies like Bitcoin do have a place in a transition model, as they are very useful in liberating usfrom banks and state control.
We also understand that they can be employed to quickly make us less dependent on the euro, which can accelerate our transition process to economic sovereignty. With this in mind, Bitcoin, Litecoin and Freicoin are accepted currencies in the CIC for the payment of various common services. In time, we may understand the possibilities technology has given us to create our own cryptocurrency, which will incorporate the features we feel are essential for any community currency.
For the time being, coming back to the present and the near future, some people in the CIC participate in Bitcoin’s development with projects like Dark Wallet. As this goes on, we expect to generate and network between a variety of tools, so our members may accept the currency and convert it to Euros if they want to, without having to go through banks.
MB: How do you interpret categories like capitalism, the market, and the state, and what do you want to see happen to them?
I understand capitalism as a system of domination by a minority that holds economic power, with which it controls access to resources and the means of production.
The state is a system of domination and population control which, after many imperialist phases, has in recent times produced a democracy which passes itself off on the citizenship as sovereignty, in order to maintain coexistence. But, as I said earlier, and as is well known and analyzed, this isn’t true. Presently, the state is in service to capitalism, which is an even bigger system based on domination. There still privileged caste who, by means of the accumulation of resources, have much greater power than any voter. This has only increased in light of globalization, which makes it much more difficult for any country to escape the mainstream.
The market is a form of business founded on liberty and equal opportunity, but which, throughout its history, has been manipulated in function of the very systems of domination using it.
I think that, in the next 20 years, we’re going to live through the loss of exclusivity in governance currently held by the state, and the disassociation of the concept of state as the exclusive managers of the territory. Individual sovereignty will reclaim its real meaning of complete positive freedom, which will lead to the summation of multiple sovereignties in great autonomous, thoroughly legitimate collective processes.”
Currently, the capitalist system produces market conditions that help create ever greater inequalities, providing competitive advantages which favor the big players over the small, effectively preventing the latter from staying in the game and trading freely.
The market, in the context of the state and capitalism, has become an excuse to promote and extend inequality.
On the other hand, regarding the integral cooperative, what we do is create a process for the development of another kind of society, a communal society. After going through an open assembly-based process we’ve established a political criteria, based on which, certain economic activities may form part of their integral cooperative or not.
Based in this process, we could say that the integral cooperative promotes an economy “with” a market, but it’s not a “market economy”. Within our movement, economic activity is subordinated to political process, or, put another way, the assembly takes precedence over the market.
This doesn’t mean that the assembly intervenes regularly in relation to members economic activity. Up till now are political intervention in the market has been mainly centered in criteria for accepting new productive projects and in incentives for projects which are aligned with the integral promotion… But not so much in the daily development of activities.
So, what this principle implies is that we can intervene whenever it’s suitable or necessary to do so.
MB: Where will we be in, say, 20 years ?
I don’t know where we’ll be, but I trust that we’ll be freer and more diverse, and able to choose from a great selection of life choices.
I’m convinced that we will live through a transformation of the state and capitalism as we know it today, consolidating other ways of being in society and establishing more supportive and cooperative economic relationships
I think we’re going to live through the loss of exclusivity in governance currently held by the state, and the disassociation of the concept of state as the exclusive managers of the territory. Individual sovereignty will reclaim its real meaning of complete positive freedom, which will lead to the summation of multiple sovereignties in great autonomous, thoroughly legitimate collective processes.
That very significant phrase from the Zapatistas, “for a world in which many worlds fit” will begin to materialize in the coming decades.
And, this is why we are building with so much energy right now, to get there.
This translation has also been published in:
- Shareable
- Reality Sandwich
- The Catalan Integral Cooperative’s website
- The P2P Foundation Blog (In two parts). Part I. Part II.